Despues de la produccion de Crepusculo la pelicula los directores plasmaron todas sus ideas en una libreta asi crearon este libro para todas las fans de Crepusculo , cuando lo vi me encanto esta muy bueno les de jo unas pics del libro☺
PORTADA
CONTRAPORTADA
BELLA
EDWARD
ACCIDENTE CON LA VAN
EDWARD & BELLA ROOM
WOLFS LEYENDS
LA GRADUACION
Fuentes
miércoles, 9 de diciembre de 2009
*☺*tWILIGHT dIRECTORS nOTBOOK*☺*
0 comentarios 19:33 Publicado por Cl@rit@♫S@Lv@ToR3☺!Cull3n♥AMANECER
0 comentarios 18:46 Publicado por Cl@rit@♫S@Lv@ToR3☺!Cull3n♥Amanecer es un libro en lo personal de la saga el que mas me gusta al fin Bella acepta casarce con Edward y Oh Dios Jacob asiste a la ceremonia que feooo bueno despues de esto se avn de luna de miel y de esa noche de amor desenfrenada jaja nacio Renesme siiiii bueno mi personaje favorito ella esta en el vientre de Bella claro que se desarrollo mas rapido por ser mitad vampiro mitad humano , las emociones encontradas hacia la bebe causan problemas ya que Bella a cada minuto que Renesme crece ella se encuentra mas devil y con la llegada de los vulturi para confirmar que Bella ha sido convertida el miedo de ellos sobre Renesme de verdad que esta historia me dejo muy buen sabor de boca y llore con muchas decisiones que se tomaron aunque en este libro me reconforto que Jacob encontrara a alguien a quien amar jeje .Bueno y en este libro tambien llega la tan esperada transormacion de Bella les dejo mi capitulo favorito Y una imagen que me encontre en una pagina de Renesme creo que asi podria ser esa linda nena.
CAPITULO
22. PROMETIDO
PENSANDO EN RENESMEE LA TRAJO A ESE CENTRO extraño lugar en mi extraña, nueva, y espaciosa pero distraible mente. Demasiadas preguntas.
“Cuéntame de ella”, insistí mientras tomaba mi mano. Estar entrelazados apenas nos alentó.
“Ella es como nada en este mundo”, me dijo, y casi un sonido de devoción religiosa estaba de nuevo en su voz.
Yo sentí un fuerte sentimiento de celos sobre esta extraña. El la conocía y yo no. No fue justo.
“¿Cuanto es como tú? ¿Cuanto como yo? o como era, de todos modos”.
“Se ve como un cuento de hadas aun divida”.
“Ella era sangre caliente” Recordé.
“Si, ella tiene un latido, pensado que late un poco más que el de un humano. También tiene la temperatura un poco más alta que lo usual. Ella duerme.”
“Enserio?”.
“Bastante bien para un recién nacido. Los únicos padres que no necesitan dormir, y nuestra hija ya duerme a través de la noche. “El rio entre dientes.
Me gusto el modo en que dijo nuestra hija. Las palabras la hicieron mas real.
“Ella tiene exactamente tus ojos –así que eso no fue tan perdido después de todo-“. El me sonrió. “Son tan hermosos”.
“¿Y las partes de vampiro?”. Pregunte
“Su piel se ve impenetrable como la nuestra No que nadie soñaría en probar.”
Le gruñí, un poco shockeada.
“Por supuesto, nadie podrá”, el me aseguró de nuevo. “Su dieta… bueno, ella prefiere beber sangre. Carlisle continua persuadiéndola de que tome algo de formula para bebe, también, pero ella no tiene mucha paciencia con eso. No puedo decir que la culpo –cosa asquerosa-olorosa, aun para la comida humana”.
Bostece abiertamente hacia el. El hizo parecer como si hubieran tenido una conversación. “¿Persuadirla?”
“Ella es inteligente, escandalosamente así que, procesa a un ritmo inmenso. A pesar de que no habla –aun- se comunica bastante efectiva”.
“No habla, aun”
El bajó nuestro ritmo un poco, dejándome entender esto.
“A que te refieres con que ¿Se comunica efectivamente?”. Demande.
“Creo que será más fácil para ti… si lo ves por ti misma. Es algo difícil de explicar”.
Consideré eso. Sabia que había muchas cosas que tendría que ver por mi misma después eso seria real. No esta segura cuan segura estaba lista para eso, así que cambie el tema.
“Porque Jacob sigue aquí?” pregunte. “¿Como puede soportarlo? ¿Por que debería?”. Mi voz tembló un poco. “¿Por qué tenia que seguir sufriendo mas?”.
“Jacob, no esta sufriendo” el dijo en un tono extraño.”Aunque estaría dispuesto a cambiar su condición” dijo entre dientes.
“Edward” le dije, jalándolo para que parara (y sintiendo un poco de satisfacción que era capaz de hacerlo).
“¿Cómo puedes decir eso? Jacob ha renunciado a todo por protegernos! Lo que hice que pasara -¡” Con el recuerdo de vergüenza y culpa en mi mente. Parecía extraño ahora que necesitara de entonces. Esa escena sin el cerca se había desvanecido: debió ser una debilidad humana.
“Veras como puedo decirlo” Edward susurró. “Le prometí que le dejaría explicar, pero dude que tu lo vieras muy diferente como lo veo yo, Por supuesto, frecuentemente estoy equivocado de tus pensamientos o, no? El frunció sus labios y me miro.
“Explicar que?”
Edward sacudió su cabeza. “Le prometí. Pensé no se si realmente le debemos nada más”. Sus dientes se retorcieron.
“Edward, no lo entiendo” Frustración e indignación tomaron mi cabeza.
El toco mi mejilla y después sonrió gentilmente
Mi cara se suavizo como respuesta, desee momentáneamente ignorar el enojo. “Es mas difícil de lo que lo haces ver. Lo se, lo recuerdo”.
“No me gusta sentirme confusa”
“Lo se. Así que vamos a llevarte a casa, para que lo veas todo por ti misma”. Sus ojos se fijaron en mi vestido mientras hablaba de ir a casa y con desaprobación. •”Hmmm” después de pensar una mitad de un segundo, el desabotono su camisa blanca y la puso sobre mis hombros
“Tan malo?”
El sonrió.
Deslice mis manos por las mangas y luego la abotone sobre mi arañado cuerpo. Claro que lo deje a el sin camisa, y fue imposible no ver eso distraible.
“Competiré contigo” Dije, después cautelosa, “No arruines el juego esta vez”.
Me tomo de la mano y me sonrió. “En sus marcas….”
Encontrar el camino a mi nueva casa era más simple que caminar hacia abajo a la calle de Charlie, donde estaba el viejo. Nuestro olor dejo un claro y fácil rastro para seguir, aun corriendo lo más rápido que podía.
Edward me dejo ganarle hasta que topamos con el rio. Yo tome mi ventaja e hice mi salto antes, tratando de usar mi extra fuerza para ganar.
“Ha” Dije cuando oí que mi pie fue el primero en tocar el césped.
Oyendo su aterrizaje, Oí algo que no esperaba. Algo fuerte y muy cerca. Un ruidoso corazón.
Edward estuvo atrás de mi en un segundo, sus manos se abrazaron arriba de mis brazos.
“No respires”. El me advirtió urgentemente.
Intente no entrar en pánico como congelar mi mente. Mis ojos solo fueron los que se movieron para encontrar la fuente del sonido.
Jacob se posiciono en la línea donde el bosque tocaba el pasto de los Cullen, sus brazos doblados alrededor de su cuerpo, su mandíbula apretada fuerte. Invisible en los bosques atrás de el. Oí ahora dos agrandados corazones, y el apenas visible helecho aplastado debajo del enorme par de piernas.
“Cuidadoso, Jacob” dijo Edward. El gruñido del bosque repercutió en el asunto de su voz. “Tal vez esta no es la mejor manera-“
“Tu piensas que seria mejor dejarla estar cerca de su bebé primero?” Jacob interrumpió. “Es mas seguro que ver como Bella lo hace conmigo. Yo sane primero”
Esto era una prueba? Para ver si yo no mataba a Jacob antes de no tratar de matar a Renesmee? Me sentí enferma de una forma extraña. No tenia nada que ver con mi estomago, solamente mi mente. Fue idea de Edward?
Yo mire a su cara ansiosamente; Edward me miro por un momento deliberado, y su expresión se volvió de un desconcertado en algo más. El se encogió de hombros, y allí estaba una corriente de hostilidad en su voz cuando dijo.
“Es tu cuello, supongo”.
El gruñido del bosque fue furioso esta vez: Leah, no tenía ninguna duda.
¿Qué estaba con Edward? Después de todo lo que habíamos pasado, no debería sentir un poco de amabilidad por mi mejor amigo? Pensé –tal vez egoístamente- ese Edward era una especie de amigo de Jacob, también. Debí malinterpretarlos.
Pero que estaba haciendo Jacob? Porque estaba poniéndose a prueba para proteger a Renesmee?
Eso no tenia sentido para mi. Aun si nuestra amistad había sobrevivido.
Ahora mis ojos se encontraron con los de Jacob, Yo pensé que quizás lo habría hecho. El me seguía viendo como mi mejor amigo. Pero el fue el que no había cambiado ¿Qué me hizo ver como el?
Después el sonrió con su familiar sonrisa, la sonrisa de una alma gemela, y estuve segura que nuestra amistad estaba intacta. Era exactamente igual que antes, cuando salíamos a su garaje, solo dos amigos matando el tiempo. Fácil y normal de nuevo, me di cuenta de la extraña necesidad que sentía antes de que cambiara se había ido completamente. El era solo mi amigo, como debía ser.
Seguía sin tener sentido que es lo que estaba haciendo ahora, pensé, estaba realmente desinteresado que trataba de protegerme –con su propia vida- por hacer algo incontrolado en fracción segundo que me arrepentiría en agonía por siempre? Que iba mucho mas allá de simplemente tolerar en lo que me había convertido, o milagrosamente manejarme para estar con mi amigo. Jacob era una de las mejores personas que he conocido, pero esto se veía mucho para aceptar de cualquiera.
Su sonrisa se amplio y el se estremeció ligeramente. “Tengo que decir que Bells. Eres un show para locos”
Yo sonreí de vuelta, cayendo lentamente en un viejo modelo. Esta era la parte de el que entendía.
Edward gruño. “Cuídate, perro”.
El viento soplo atrás de mí y rápidamente llene mis pulmones con el aire seguro así para poder hablar. “No, el esta en lo correcto, los ojos son realmente algo, no lo son?”
“Muy aterradores. Pero no esta tan mal como creí que fueran a ser.”
“Gee- gracias por el estupendo cumplido”
El puso sus ojos en blanco. “Tu sabes a lo que me refiero. Tu sigues viéndote tipo -como tu-. Tal vez no es de ver como… tú eres Bella. Yo creí que no se iba a sentir como si tu aun estuvieras aquí.” El sonrió de nuevo hacia mí sin ningún trazo de amargura o resentimiento en su rostro. Luego el sonrió mas y dijo “De todos modos, Me acostumbrare a los ojos suficientemente pronto.”
“Lo harás?” pregunte , confundida. Era genial que sigamos siendo amigos, pero era como si no pasáramos muchos tiempos juntos.
La extraña mirada cruzo sobre su rostro… borrando la sonrisa.
Era casi como…. Culpa? Luego sus ojos se desplazaron a Edward.
“Gracias” el dijo “No sabría si la mantendrías lejos de ella, promesa o no. Usualmente tu le das todo lo que quiere”
“Quizás estoy esperanzado que ella se irritara y te quitara la cabeza”. Edward indicó.
Jacob bufó.
“Que es lo que pasa? ¿Están guardando secretos para mi?” Demande, incrédula.
“Le explicare después”, Jacob dijo cohibida menté – como si no planeara hacerlo. Después el cambio el tema “Primero, tengamos este show en el camino” Su sonrisa fue un desafío ahora y empezó hacia delante lentamente.
Había un aullido de protesta detrás de el, y luego el gris cuerpo de Leha salió de los aboles detrás de el. El cuerpo arenoso de Seth estaba justo atrás de ella.
“Tranquilos, chicos” dijo Jacob. “Manténganse fuera de esto”.
Estaba agradecida que no lo escucharan pero solo siguieron después de el lentamente.
El viento seguía ahora; el no soplo el olor del de mí.
El estuvo lo suficientemente cerca que yo podía sentir el calor de su cuerpo en el aire entre nosotros. Mi garganta se quemo en respuesta.
“Vamos Bells, haz lo peor”
Leah bufón.
Yo no quería respirar. No estaba bien tomar la ventaja peligrosa de Jacob, no importaba si el se estaba ofreciendo. Pero yo no pude apartarme por lógica. De que otro modo podría estar seguro de no lastimar a Renesmee?
“Me estoy haciendo viejo aquí, Bella” Jacob mofó. “Ok no técnicamente, pero tu sabes a lo que me refiero. Vamos, huele”.
“Aférrate a mi” le dije a Edward, escondiéndome de nuevo en su pecho.
Sus brazos se ajustaron a mis brazos.
Encerré mis músculos en su lugar, esperando que se quedaran congelados. Resolví que quería hacerlo por lo menos tan bien como lo había hecho en la caza. El peor de los casos, Yo pararía de respirar y correr por el. Nerviosamente, tome un pequeño aliento por mi nariz, preparándome por nada.
Dolió un poco, pero mi garganta ya estaba débilmente quemada. Jacob no olio mucho mas humano que el león de la montaña. Allí había un borde animal en su sangre que instantáneamente repelía. A pesar de lo fuerte, blando sonido de su corazón fue atrayente, el olor que venia con el hizo que mi nariz se arrugara. Eso fue mas fácil con el olor para templar mi reacción al sonido y el calor de su sangre pulsante
Tome otro respiro y me relaje. “Huh, Ahora veo lo que todos decían. Apestas, Jacob”.
Edward rompió en risas; su mano pasó sobre mis hombros para rodear mi cintura. Seth ladro una lenta risa en armonía con Edward; el se acerco un poco mientras Leah desplego severos lugares. Y después yo estaba consiente de otra audiencia, cuando oí a bufarse bajo a Emmelt, bajo por la pared de césped que estaba entre nosotros.
“Mira quien habla” dijo Jacob. Teatralmente arrugando su nariz. Su cara no se frunció por ahora mientras Edward me abrazo, no incluso cuando Edward se sereno y suspiro “Te amo” en mi oído. Jacob solo siguió sonriendo. Esto me hizo pensar que las cosas iban a estar bien entre nosotros, de la manera que no habían sido por un tiempo. Tal vez ahora realmente pueda ser su amiga, yo le asqueaba lo suficiente fiscalmente para saber que el no podía amarme igual que como lo hacia antes. Tal vez eso era todo lo que se necesitaría.
“Ok entonces pase verdad?” Dije. “Ahora me dirán cual es el gran secreto?”.
La expresión de Jacob se volvió muy nerviosa “No es nada de lo que te tengas que preocupar en este segundo…”
Oí de nuevo a Emmelt bufarse otra vez – un sonido de anticipación.
Hubiera presionado el punto, pero estaba oyendo a Emmelt, oí otro sonido también. Siete personas respirando. Unos pulmones más rápidos que otros. Solo un corazón latía como un aleteo de un pájaro, ligero y rápido.
Estaba totalmente entretenida. Mi hija esta justamente del otro lado de la ligera pared de césped. No pude verla –la luz se reflejaba de las ventanas como si fueran espejos, yo solo podía verme a mi muy extraña – muy blanca y quieta- comparada con Jacob, o, comparada con Edward, viendo exactamente igual.
“Renesmee” suspire. El estrés me hizo una estatua otra vez. Renesmee no iba a oler como un animal, la pondré en peligro?
“Ve y mira” Edward murmuró. “Yo se que tu puedes manejar esto”.
“Me ayudarás?” susurre mediante mis inmóviles labios.
“Claro que lo hare!”
“Y Emmett y Jasper –por si acaso?”
“Te cuidaremos Bella, no te preocupes, estamos preparados. Ninguno de nosotros arriesgara a Renesmee. Creo que estarás sorprendida a como esta preparada para envolvernos con su pequeños dedos. Ella esta perfectamente segura, no importa que.”
Mi anhelo por verla, por entender su adoración en su voz, rompió mi inmóvil pose. Y comencé la marcha.
Y después Jacob se puso en mi camino... con cara de preocupación.
“Estas seguro, chupasangre?” el demando a Edward con su voz casi suplicando. Yo nunca oí hablarle a Edward de esa manera. “No me gusta esto quizás ella debería esperar-“
“Tu tuviste tu prueba, Jacob”.
Esa fue la prueba de Jacob?
“Pero…”, Jacob empezó.
“Pero nada…”, dijo Edward, de repente exasperado. “Bella, tu necesitas ver a nuestra hija. Quítate de su camino”.
Jacob me lanzo una extra, desesperada mirada y luego giro y casi hizo una carrera hacia dentro de la casa delante de nosotros.
Edward gruño.
Yo no le encontraba sentido a su confrontación, y no me pude concentrar en ella. Yo solo podía pensar en la borrosa niña en mi mente y luchar en contra de confusión, tratando de recordar exactamente su rostro.
“Deberíamos nosotros?”. Dijo Edward, con su voz gentil otra vez.
Asentí con la cabeza nerviosamente.
Tomo mi mano fuertemente con la suya y me dio camino hacia la casa.
Ellos estaban esperándome en una línea de sonrisas eran de bienvenida y defensiva. Rosalie varios pasos atrás de ellos, cerca de la puerta de enfrente. Ella estaba sola hasta que Jacob se le unió y estuvo enfrente de ella, cerca más de lo normal. No había sentido de comodidad estando tan cerca; los dos se vieron encogerse a mí a proximidad.
Alguien muy pequeño se inclinaba hacia afuera de los brazos de Rosalie, mirando hacia Jacob. Inmediatamente ella tuvo toda mi atención, todos mis pensamientos, de manera que nada mas se había apropiado de ellos desde el momento en que abrí los ojos.
“Estuve fuera solo dos días?”. Jadié, deliberadamente.
La niña extraña en los brazos de Rosalie, parecía tener semanas, si no meses, de grande. Ella estaba quizás el doble del bebe que estaba en mis pensamientos, y ella me veía sujetando su propio torso fácilmente estirado hacia mi. Su reluciente bronceado –cabello caía en rizos pasando sus hombros. Sus ojos café chocolate me examinaban con un interés que no era nada de un niño; era adulto, consiente e inteligente. Ella alzo una mano, buscando en mi dirección por un momento, y después regresando a tocar la garganta de Rosalie.
Si su rostro no hubiera sido asombroso, hermoso y perfecto. No podría haber creído que era la misma niña.
Mi niña.
Pero Edward estaba allí en sus facciones, y estaba yo en el color de sus ojos y mejillas. Incluso Charlie tuvo que ver en sus rizos, atreves del color de cabello de Edward. Ella tenía que ser nuestra. Imposible pero seguía siendo verdad.
Ver esta inesperada pequeña persona no la hizo mas real, pensé, solo la hizo mas fantástica.
Rosalie palmeo con la mano hacia su cuello y murmuro,
“SI, es ella”.
Los ojos de Renesmee se retuvieron en mí. Después, así ella como cuando después de unos segundos antes de su nacimiento, ella me sonrió. Un pequeño destello, una dentadura perfecta.
Tabaleándome por adentro, tome un inseguro paso hacia ella.-
Todos se movieron rápidamente.
Emmett y Jasper estuvieron ante mi, hombro con hombro, manos listas. Edward me abrazo por detrás, sus dedos fuertemente sobre mis brazos nuevamente. Aun Caslisle y Esme se movieron a los costados de Emmett y Jasper. Mientras Rosalie retrocedió a la puerta, sus brazos firmemente agarrando a Renesmee.
Jacob también se movió, manteniendo en su trance protector enfrente de ellos.
Alice fue la única que permaneció en su lugar.
“Oh denle un poco de crédito” ella reprendió. “Ella no va hacer nada. Ustedes quería un acercamiento cerca también.”
Alice estaba en lo correcto. Estaba en control de mi misma. Estaba preparada para nada –por un perfume insoportablemente insistente como el humano huele en los bosques. La tentación aquí no era comparable. La fragancia de Renesmee era perfectamente equilibrada en la línea entre el olor del más hermoso perfume y el olor de la deliciosa comida.
Había suficiente aroma dulce de vampiro para mantener la parte humana inconsolable.
Podría con ello. Estaba segura.
“Estoy Bien, lo prometo, tocando la mano de Edward que estaba en mi brazo. Después dude y agregué. “Quédense cerca, por si acaso”.
Lo ojos de Jasper estaban tensos, enfocados. Yo sabía que él estaba tomando mi clima emocional, y tomaba un estado tranquilizante y en calma. Sentí que Edward liberaba mis brazos como la evaluación de la cabeza de Jasper.
Pero Jasper parecía de primera mano, no estar tan confiado.
Cuando ella escucho mi voz, la niña de dientes para afuera forcejeó de los brazos de Rosalie, buscándose hacia mí. De alguna manera su expresión era un tanto impaciente.
“Jazz oh, déjanos pasar. Bella tiene esto”.
“Edward, el riesgo”. Jasper dijo.
“Mínimo, Escucha Jasper- en la caza, ella tomo el rastro de algunos excursionistas que estaban en el lugar equivocado en la hora equivocada…”
Escuche el aspirar de un shockeante respiro de Caslisle. La cara de Esme era de repente llena y mezclada con compasión. La vista de Jasper se amplio, pero el sonrió un poco, como si las palabras Edward respondieran alguna de las preguntas en su cabeza. La boca de
Jacob se volvió en una mueca. Emmett se encogió de brazos.
Rosalie se veía menos desconcertada que Emmett así como trataba de atrapar los brazos de la pequeña niña.
La expresión de Alice me dijo que ella no estaba burlándose. Sus estrechos ojos, limitados en una quemante intensidad en mi camisa prestada, parecía mas preocupada acerca de que había hecho con mi vestido.
“Edward”, Carlisle escarmentó “Como puedes ser tan irresponsable”
“Lo se Carlisle Lo se, fui totalmente estúpido. Yo debí tomar el tiempo para estar seguro que estamos en una zona segura antes de que pierda el control”
“Edward” dije entre dientes, apenada por la forma en que ellos me miraban. Era como si esperaran ver un rojo brillante en mi mirada.
“El esta en lo correcto en reprenderme, Bella” dijo Edward con una sonrisa. “Hice un gran error. El hecho de que tú eres más fuerte que todos, como nunca he conocido. Eso no cambia”
Alice puso sus ojos en blanco “Que broma de buen gusto, Edward”.
“No estaba haciendo una broma. Estaba explicándole a Jasper porque Bella puede con esto, no es mi culpa que todos se brincaran a esa conclusión”.
“Espera” Jasper jadeo. “Ella no cazo a los humanos?”
“Ella empezó…” Dijo Edward, claramente disfrutándolo. Mis dientes chocaron juntos. “Ella estaba enteramente enfocada en la caza”
“Que paso?” dijo Caslisle. Sus ojos eran de repente brillantes, una gran sonrisa empezó de su cara. Que me recordó antes, cuando quería saber los detalles de mi transformación. La emoción de una nueva información
Edward se apoyo hacia el, animándolo. “Ella me escucho atrás de ella y reacciono defensivamente. De repente mi persecución se rompió en su concentración, ella se escapo rápidamente de ella.
Nunca vi nada para igualarla. Ella vio por una vez lo que estaba pasando, sostuvo su respiración y salió corriendo”.
“Wow” Emmett susurro. “Enserio?”.
“El no lo esta contando correctamente” . Dije, mas avergonzada que antes. “El dejo afuera la parte en que le gruñí”.
“Ustedes se dieron en unos buenos golpes?”. Emmett pregunto ansioso.
“No claro que no!”
“No, enserio? Tu no lo atacaste?”
“Emmett!” proteste.
“Oh que perdida...” Emmett sonrió. “Tu podrías haber sido la única persona que podría contra el –mientras el no pueda leer tu mente para hacer trampa- y tu tienes la excusa perfecta, también”. El suspiro aliviado. “Estaba muerto por ver que hacían sin esa habilidad”.
Lo mire fríamente. “Yo nunca”.
Jasper con ceño fruncido obtuvo mi atención; estaba más desconcertado que antes.
Edward toco con su puño el hombro de Jasper con un fingido golpe. “Ves lo que digo?”.
“Ella puedo irse contra ti – tiene solo unas horas!”.
Esme reprendió y puso su mano en su corazón. “Oh , debimos haber ido contigo”.
No estaba prestando mucha atención, ahora Edward estaba pasando de remate en su broma. Estaba al pendiente de la niña que estaba en la puerta, que estaba aun hacia mí. Sus pequeños bracitos estaban buscándome como si supiera quien era. Automáticamente, mi mano se levanto para imitarla.
“Edward” dije, inclinándome alrededor de Jasper para verla mejor.
“Por favor…?”.
Los dientes de Jasper se estremecieron; y el no se movió.
“Jazz, esto es algo nunca has visto” Dijo Alice rápidamente “Confía en mi”.
Sus ojos se cerraron por un segundo, y luego Jasper asintió.
El se aparto de mi camino, pero puso una mano en mi hombro y siguió mi lento camino.
Pensé en cada paso antes de tomarlo, analizando mi estado, lo quemante en mi garganta, y la posición de los demás alrededor de mí. Que tan fuerte me sentía ante como ellos podrían controlarme. Fue un lento proceso.
Y después la niña de los brazos de Rosalie, seguía buscando todo este tiempo mientras su expresión se hacia cada vez mas irritante, dejando afuera un fuerte, ruidoso llanto. Todos reaccionaron como si –así como yo- nunca hubieran oído su voz”.
Ellos la rodearon rápidamente, dejándome parada sola.
El llanto de Renesmee me estremeció, arrojándome al suelo. Mis ojos se volvieron un modo extraño, como si quisieran llorar.
Parecía que todos tenían una mano en ella. Todos menos yo.
“Que... que es lo que pasa? Esta herida? Que paso?”.
Era la voz de Jacob de un modo más alto, con ansiedad hacia los demás. Yo mirada en shock mientras el se acercaba a Renesmee y luego en un modo horrorizado Rosalie le susurro sin pelar con el.
“No, ella esta bien”. Rosalie dijo.
Rosalie le estaba hablando a Jacob?
Renesmee se fue hacia Jacob con gusto suficiente, pasando sus manos en su cuerpo y luego volviéndose de nuevo hacia mi.
“Ves?” Le dijo Rosalie. “Ella solo quiere a Bella”.
“Ella me quiere?” Suspire.
Los ojos de Renesmee –mis ojos- estaban impacientes hacia mí.
Edward se lanzo a mi lado. El puso ligeramente sus manos de nuevo en mis brazos y apresuro mi camino.
“Ella te ha estado esperando por casi tres días”. Me dijo.
Ahora solo estábamos a un metro de ella. Un calor parecía salir de ella para tocarme.
O tal vez era Jacob que estaba tembloroso. Vi sus manos temblar mientras mas me acercaba. Y después, su ansiedad se esfumo y puso un rostro de serenidad que tenia mucho que no veía.
“Jake –estoy bien.” Le dije. Me puso muy nerviosa ver a Renesmee en sus temblorosas manos, pero trabajaba para mantenerme en control.
Me frunció, me miro detenidamente, como si solo estuviera nervioso de poner a Renesmee en mis brazos.
Renesmee suspiraba con ansiedad y exigencia, sus pequeños brazos seguían levantándose de nuevo y de nuevo.
Algo se encendió en mí por un momento. El sonido de su llanto, los ojos familiares, el modo impaciente en que me veía incluso mas del que yo tenía por esta reunión – todo se volvió junta en la más manera más natural como en la que ella estaba firmemente en el aire entre nosotras. De pronto, ella era absolutamente real, y por supuesto la conocía. Era perfectamente ordinario que debí haber tomado rápidamente el ultimo paso y agarrarla, poniendo sus manos exactamente donde se pudiera mejor y abrazarla gentilmente hacia mi.
Jacob dejos sus largos brazos extendidos, así podría acunarla, pero no me dejo.
El se estremeció un poco cuando nuestra piel se toco. Su piel, siempre tan cálida antes, ahora era como una llama para mí. Era casi como la temperatura de Renesmee. Unos cuantos grados de diferencia.
Renesmee estaba consiente del frio de mi piel, o al menos parecía estar acostumbrada a el.
Miro hacia arriba y me sonrió nuevamente, enseñando de nuevos sus pequeños lentes y sus dos hoyuelos de las mejillas.
Luego, deliberadamente, ella buscaba mi cara.
En el momento que ella hizo esto, todas las manos se tensaron, anticipando mi reacción. Apenas me di cuenta.
Yo estaba jadeando, asombrada y congelada por la alarmante extraña imagen que rellenaba mi mente. Se sintió como un fuerte recuerdo –aun la podía ver atreves mi ojos mientras la veía en mi cabeza- pero fue completamente infamiliar. Estaba mirándolo fijamente atra vez de la expectante expresión de Renesmee, tratando de entender que era lo que pasaba, luchando desesperadamente de retomar la tranquilidad.
Además de ser shockeante e infamiliar, la imagen fue también mala de algún modo- Casi reconocía mi propia cara en el, mi vieja cara,
pero eso ya era pasado. Comprendí rápidamente que estaba viendo mi cara como los demás la veían, más que iluminante un reflejo.
El recuerdo de mi cara era confuso, desbastado, cubierto por dulce y sangre. A pesar de esto, mi expresión en la visión se volvió en una sonrisa; mis ojos cafés brillaron sobre los sus profundos círculos. La imagen se extendió, mi rostro se volvió mas cerca para ver un punto de ventaja, luego abruptamente se desvaneció.
La mano de Renesmee se puso en mi mejilla. Ella sonrió ampliamente de nuevo.
Estaba todo totalmente callado en la habitación, excepto por los latidos del corazón.
Nadie pero Jacob y Renesmee era tanto como respirar.
El silencio se extendió; parecía que esperaban a que yo dijera algo.
“Que… que… fue eso?”. Dije sin aliento
“Que fue lo que viste?” Rosalie pregunto curiosamente, viendo arriba de Jacob, que se veía como fuera de lugar en ese momento. “Que te mostro?”.
“Ella me mostro eso?”. Susurre.
“Te dije que era difícil de explicar”. Edward murmuro en mi oído. “Pero efectivo como comunicación”.
“Que fue?”. Pregunto Jacob.
Yo parpadeé muchas veces rápidamente. “Um . Yo. Creo. Pero me veía terrible”.
“Era el único recuerdo que tenia de ti.” Edward explico. Era obvio que el vio que fue lo que me mostro mientras veía en ella. El seguía avergonzado, su voz se áspero al revelar el recuerdo. “Ella te esta dejando saber que ella hace la conexión de saber quien eres.”
“Pero como pudo hacerlo?”
Renesmee me vio desconcertada con sus alucinantes ojos.
Estaba sonriendo y jalando un mechon de mi cabello.
“Como leo los pensamientos? , ¿Cómo Alice ve el futuro?” Edward respondió retóricamente y después se encogió de hombros.
“Ella esta bendecida”.
“Es algo inesperado”. Calisle le dijo a Edward. “Como si ella hiciera lo puesto a lo que tu haces”.
“Interesante”. Edward agrego. “Me pregunto…”
Sabía que estaban especulando, pero no me importo. Estaba enfrente de la más hermosa cara en el mundo. Ella estaba caliente en mis brazos, me recordaba en el momento que casi la oscuridad casi ganaba, cuando no había nada en el mundo por que seguir. Nada extremadamente fuerte para jalarme afuera de la oscuridad. En el momento que pensé en Renesmee y encontré algo que nunca dejaría.
“Te recuerdo también”. Dije rápidamente.
Se veía tan natural para apoyar y presionar mis labios en su frente. Olía maravillosamente. El olor de su piel hacia que mi garganta se quemara, pero fue fácil de ignorar. Eso no arruino la diversión del momento, Renesmee era real y yo la conocía.
Ella era la misma por la que pelee desde el principio.
Mi pequeño golpecito, el que me amaba desde adentro, también. Mitad Edward, perfecto y adorable y mitad yo- que sorprendentemente, la hacia mejor.
Estaba completamente segura. Ella valió la pelea.
“Ella esta bien “Alice murmuro, probablemente a Jasper. Podría sentir como ellos aun no confiaban.
“Experimentamos lo suficiente por el día de hoy?”, pregunto Jacob, su voz era lo suficientemente estresada. “Esta bien Bella lo hizo bien pero no presionemos”.
Lo mire con gran irritación. Jasper se puso inmediatamente alado mío. Estábamos tan cerca que cada pequeño movimiento parecía ser grande.
“Cual es tu problema, Jacob?” demande. Jale suavemente en contra de que cargara a Renesmee, y el solo se puso mas cerca de mi. El estaba casi encima de mi, Renesmee toco ambos pechos.
Edward riéndose entre dientes hacia el. “No porque no entienda, no significa que no te apartaría, Jacob. Bella lo hace extraordinariamente bien. No arruines el momento para ella.”
“Yo le ayudaría a sacarte, perro” Rosalie prometió, su voz hervía. “Yo te daría un buen golpe en el estomago”. Obviamente, no había cambiado nada en esa relación, amenos que se hubiera puesto peor.
Mire la expresión de ansiedad casi enojo de Jacob. Sus ojos estaban enfocados en Renesmee. Con la presión de todos juntos, el debió estar tocando al menos 6 diferentes vampiros al momento, pero no parecía molestare.
El realmente estaba pasando por todo esto solo por protegerme de mi misma? Que pudo haber pasado durante mi transformación – mi cambio en algo q odia- eso lo había ablandado demasiado para que fuera necesario?
Me confundí sobre eso, viendo su mirada hacia mi hija , mirándola como si… como si fuera un hombre ciego viendo el sol por primera vez.
“No!”. Grite.
Los dientes de Jasper se juntaron y los brazos de Edward envolviéndose alrededor de mi pecho contrallándose como boa. Jacob aparto a Renesmee de mis manos al mismo tiempo, y yo no intente sostenerla. Porque lo vi venir –lo que todos estaban esperando.
“Rose” dije entre dientes, lentamente y precisó.
“Toma a Renesmee”.
Rosalie soltó sus brazos, y Jacob le dio a mi hija. Las dos se apartaron de mi.
“Edward, no te quiero lastimarte, así que apártate.”
El dudó.
“Ve a donde esta Renesmee”. Sugerí
El reflexiono, y después me soltó.
Me apoye en mi posición de caza y tome dos lentos pasos hacia Jacob.
“Tu no”. Gruñí hacia el
El se hecho para atrás con miedo, palmas arriba, tratando de razonar conmigo.
“Sabes que es algo que no puedo controlar”
“Tu estúpido perrucho! Como pudiste!? Mi bebé!”
El se hecho para atrás hacia la puerta principal ahora, lo aseche, casi corriendo hacia debajo de las escaleras. “No fue mi idea, Bella”.
“Yo la sostuve en un tiempo, y tú ya pensabas ya pensabas en algo reclamar algo a ella, tonto lobo? Ella es mía!”
“Puedo compartir”. Dijo suplicando al tiempo en que se retiraba hacia el césped.
“Paga” escuche a Emmett diciendo atrás de mi. Una pequeña parte de mi cerebro se preguntaba quien había apostado contra esto.
No perdí mucha atención en eso. Estaba furiosa.
“¿Cómo te atreviste fijarte en mi bebe? Acaso has perdido las razón?”
“Fue involuntario!” el insistió, yéndose a los arboles.
Después el no estaba solo. Los dos grandes lobos aparecieron, flanqueando en cada lado. Leah gruño hacia mí.
Respondí con un gruñido de miedo estaba en entre mis dientes. El sonido me inquieto, pero no demasiado para detener mi avance.
“Bella, tratarías de escuchar por un momento? Por favor?”, Jacob suplico, “Leah, aléjate!” agrego.
Leah torció sus labios hacia mi y no se movió.
“Porque debería oír?”, dije entre dientes. La furia reinaba mi mente. Lo que nublaba todo.
“Porque tú eres la que me dijo esto. Te acuerdas? Tu dijiste que nos pertenecíamos en las otras vidas, cierto? Que seriamos familia. Tu dijiste que eso era como tu y yo debía ser. Así que… ahora lo es. Es como tu querías.”
Yo mire ferozmente. Hice un pequeño recuerdo de esas palabras, pero mi nuevo cerebro rápidamente estaba a dos pasos delante de su poco sentido.
“Tu piensas que serás parte de mi familia como mi yerno!”. Yo grite. El sonido de mi voz se subió dos octavas y seguía pareciendo como música.
Emmett rió.
“Detenla, Edward” murmuró Esme. “Ella será infeliz, si lo lastima”.
Pero no sentí seguimiento detrás mío.
“No!” Insistía Jacob al mismo tiempo. “Como puedes verlo de esa manera? Ella solo es una bebe! Por el amor de Dios!”
“Ese es mi punto!” grite.
“Tú sabes que no pienso en ella de esa forma, crees que Edward me hubiera dejado vivir hasta ahora si fuera así? Todo lo que quiero es que esta segura y feliz- eso es muy malo? Muy diferente a lo que tu quieres?”. Gritando hacia mí.
Mas allá de palabras, hacia un gruñido de terror hacia el.
“Sorprendente, cierto?” oí a Edward murmurar.
“Ella no se ha ido contra su garganta ni por una vez” Caslisle agrego, sonando aturdido.
“Esta bien, ganaste esta” Emmett dijo entre dientes.
“Te mantendrás lejos de ella” le grite a Jacob.
“No puedo hacer eso!”
Dije también entre dientes: “Inténtalo!, a partir de ahora.”
“No es posible! Recuerdas lo mucho que me querías hace tres días? Lo difícil que era de apartarnos uno del otro? Se ha ido de ti, cierto?”
Lo mire, no segura de lo que estaba diciendo.
“Fue ella” dijo “Desde el principio tuvimos que estar juntos, incluso después.”
Lo recordé y entendí; una parte de mi estaba revelando para entender la locura. Pero de alguna manera eso me hizo sentir mas furiosa. El esperaba que eso fuera suficiente para mí? Esa pequeña aclaración me haría estar bien con esto?”
“Huye, mientras puedas” amenace.
“Vamos Bells, le agrado a Nessie, también”. Insistió.
Me congele. Mi aliento se detuvo. Atrás de mi oí la falta de su reacción de preocupación.
“Que…Tu la llamaste?”
Jacob dio un paso atrás, viéndose avergonzado.
“Bueno,” murmuró “ese nombre que tu escogiste es parecido a un bocado y –“
“Tu apodaste a mi hija después como el monstro de lago Ness?” alardee.
Y después me embestí hacia su garganta.
ECLIPSE
0 comentarios 9:31 Publicado por Cl@rit@♫S@Lv@ToR3☺!Cull3n♥Bueno este libro es el tercero de la saga muy bueno sobre todo por que en el se acaban las persecuciones de Victoria pero muchos problemas entre Jacob Bella y Edward por la de cision que ella tomo de convertirce en vampiro me gusto el libro por que habla mas de los personajes de Jasper Alice ,Emmet y Rosalie y los vampiros neofitos que Victoria admeas la hitoria de Rosalie de verdad que cambio mi forma de penzar de ella.Ya empezo la cuenta regresiva para el estreno de la peli que se llevara a cabo el proximo año siii la esperamos con ansia ojala les guste el libro les dejo mi capitulo favorito y el primer po poster oficial de Eclipse
CAPITULO
Desenlace desafortunado
Rosalie vaciló en la entrada con la indecisión escrita en aquellos rasgos arrebatadores.
—Por supuesto —repliqué. Mi voz fue una octava más alta de la cuenta a causa de la sorpresa—. Entra.
Me incorporé y me deslicé a un extremo del sofá para hacerle sitio. Sentí un retortijón en el estómago cuando el único miembro de la familia Cullen al que no le gustaba se acercó en silencio para sentarse en el espacio libre que le había dejado. Intenté imaginar la razón por la que quería verme, pero no tenía la menor idea.
—¿Te importa que hablemos un par de minutos? —me premunió—. No te habré despertado ni nada por el estilo, ¿verdad? Su mirada fue de la cama, despojada del cobertor y la almohada, a mi sofá.
—No, estaba despierta. Claro que podemos hablar —me pregunté si sería capaz de advertir la nota de alarma de mi voz con la misma claridad que yo.
Rió con despreocupación. Sus carcajadas repicaron como un coro de campanas.
—Edward no suele dejarte sola —dijo—, y he pensado que haria bien en aprovechar la ocasión.
¿Qué querría contarme para que no pudiera decirlo delante de su hermano? Enrosqué y desenrosqué las manos en el extremo del cobertor.
—Por favor, no pienses que interfiero por crueldad —imploró ella con voz gentil. Cruzó los brazos sobre su regazo y clavó la vista en el suelo mientras hablaba—. Estoy segura de haber herido bastante tus sentimientos en el pasado, y no quiero hacerlo de nuevo.
—No te preocupes, Rosalie. Soy fuerte. ¿Qué pasa?
Ella rió una vez más; parecía extrañamente avergonzada.
—Pretendo explicarte las razones por las que, en mi opinión, deberías conservar tu condición humana, y por qué yo intentaria seguir siéndolo si estuviera en tu lugar.
—Ah.
Sonrió ante mi sorpresa; luego, suspiró.
—¿Te contó Edward qué fue lo que me condujo a esto? —pregunto al tiempo que señalaba su glorioso cuerpo inmortal con un gesto.
Hice un lento asentimiento. De pronto, me sentí triste.
—Me dijo que se pareció a lo que estuvo a punto de sucederme aquella vez en Port Angeles, sólo que no había nadie para salvarte —me estremecí al recordarlo.
—¿De veras es eso lo que te contó? —inquirió.
—Sí —contesté perpleja y confusa—. ¿Hay más?
Alzó la mirada y me sonrió con una expresión dura y amarga, y apabullante a pesar de todo.
—Sí, sí lo hay —respondió.
Aguardé mientras contemplaba el exterior a través de la ventana. Parecía intentar calmarse.
—¿Te gustaría oír mi historia, Bella? No tiene un final feliz, pero ¿cuál de nuestras existencias lo tiene? Estaríamos debajo de una lápida si hubiéramos tenido un desenlace afortunado.
Asentí, aunque me aterró el tono amenazante de su voz.
—Yo vivía en un mundo diferente al tuyo, Bella. Mi sociedad era más sencilla. En 1933, yo tenía dieciocho años, era guapa y mi vida, perfecta.
Contemplo las nubles plateadas a través de la ventana con expresión ausente.
—Mi familia era de clase media. Mi padre tenía un empleo estable en un banco. Ahora comprendo que estaba muy pagado de si mismo, ya que consideraba su prosperidad como resultado de su talento y el trabajo duro en vez de admitir el papel desempeñado por la fortuna. Yo lo tenía todo garantizado en aquel entonces y en mi casa parecía como si la Gran Depresión no fuera más que un rumor molesto. Veía a los menesterosos, por supuesto, a los que no eran tan afortunados, pero me dejaron crecer con la sensación de que ellos mismos se habían buscado sus problemas.
»La tarea de mi madre consistía en atender las labores del hogar, a mí misma y a mis dos hermanos pequeños por ese mismo orden. Resultaba evidente que yo era tanto su prioridad como la favorita. En aquel entonces no lo comprendía del todo, pero siempre tuve la vaga noción de que mis padres no estaban satisfechos con lo que tenían, incluso aunque poseyeran mucho más que los demás. Deseaban más y tenían aspiraciones sociales... Supongo que podía considerárseles unos arribistas. Estimaban mi belleza como un regalo en el que veían un potencial mucho mayor que yo.
»Ellos no estaban satisfechos, pero yo sí. Me encantaba ser Rosalie Hale y me complacía que los hombres me miraran a donde quiera que fuera desde que cumplí los doce años. Me encantaba que mis amigas suspiraran de envidia cada vez que tocaban mi cabello. Que mi madre se enorgulleciera de mí y a mi padre le gustaba comprarme vestidos nuevos me hacía feliz.
»Sabía qué quería de la vida y no parecía existir obstáculo alguno que me impidiera obtenerlo. Deseaba ser amada, adorada, celebrar una boda por todo lo alto, con la iglesia llena de flores y caminar por el pasillo central del brazo de mi padre. Estaba segura de ser la criatura más hermosa del mundo. Necesitaba despertar admiración tanto o más que respirar, Bella. Era tonta y frivola, pero estaba satisfecha —sonrió, divertida por su propia afirmación—. La influencia de mis padres había sido tal que también anhelaba las cosas materiales de la vida.
»Quería una gran casa llena de muebles elegantes cuya limpieza estuviera a cargo de otros y una cocina moderna donde guisaran los demás. Como te he dicho, era una chica frivola, joven y superficial. Y no veía razón alguna por la que no debiera conseguir esas cosas.
»De todo cuanto quería, tenía pocas cosas de verdadera valía pero había una en particular que sí lo era: mi mejor amiga, una chica llamada Vera, que se casó a los diecisiete años con un hombre que mis padres jamás habrían considerado digno de mí: un carpintero. Al año siguiente tuvo un hijo, un hermoso bebé con hoyuelos y pelo ensortijado. Fue la primera vez en toda mi vida que sentí verdaderos celos de alguien.
Me lanzó una mirada insondable.
—Era una época diferente. Yo tenía los mismos años que tú ahora, pero ya me hallaba lista para todo eso. Me moría de ganas por tener un hijo propio. Quería mi propio hogar y un marido que me besara al volver del trabajo, igual que Vera, sólo que yo tenía en mente otro tipo de casa muy distinta.
Me resultaba difícil imaginar el mundo que Rosalie había conocido. Su relato me parecía más propio de un cuento de hadas que de una historia real. Me sorprendí al percatarme de que ese mundo estaba muy cerca del de Edward cuando éste era humano, que era la sociedad en que había crecido. Mientras Rosalie permanecía sentada en silencio, me pregunté si mi siglo le parecía a Edward tan desconcertante como a mí el de Rosalie.
Mi acompañante suspiró y continuó hablando, pero esta vez lo hizo con una voz diferente, sin rastro alguno de nostalgia.
En Rochester había una familia regia, apellidada, no sin cierta ironia, King. Royce King era el propietario del banco en el que trabajaba mi padre y de casi todos los demás negocios realmente rentables del pueblo. Así fue como me vio por vez primera su hiijo, Royce King II —frunció los labios al pronunciar el nombre, como si lo soltara entre dientes—. Iba a hacerse cargo del banco, por lo que comenzó a supervisar los diferentes puestos de trabajo. Dos días después, a mi madre se le olvidó de modo muy oportuno darle a mi padre el almuerzo. Recuerdo mi confusión cuando insistió en que llevara mi vestido blanco de organzay me alisó el cabello sólo para ir al banco.
Rosalie se rió sin alegría.
—Como todo el mundo me miraba, no me había fijado especialmente en él, pero esa noche me envió la primera rosa. Me mandó un ramo de rosas todas las noches de nuestro noviazgo hasta el punto de que mi cuarto terminó abarrotado de ramilletes y yo olía a rosas cuando salía de casa.
»Royce era apuesto, tenía el cabello más rubio que el mío y ojos de color azul claro. Decía que los míos eran como las violetas, y luego empezó ese show de las rosas y todo lo demás.
»Mis padres aprobaron esa relación con gusto, y me quedo corta todo lo que ellos habían soñado y Royce parecía ser todo lo que yo había soñado. El príncipe de los cuentos de hadas habia venido para convertirme en una princesa. Era cuanto quería, y no menos de lo que esperaba. Nos comprometimos antes de que transcurrieran dos meses de habernos conocido.
»No pasábamos mucho tiempo a solas el uno con el otro. Royce me explicó que tenía muchas responsabilidades en el trabajo y cuando estábamos juntos le complacía ser visto conmigo del brazo, lo cual también me gustaba a mí. Hubo vestidos preciosos y muchas fiestas y bailes, ya que todas las puertas estaban abiertas y todas las alfombras rojas se desenrollaban para recibirte cuando eras un King.
»No fue un noviazgo largo, pues se adelantaron los planes para la más fastuosa de las bodas, que iba a ser todo cuanto yo había querido siempre, lo cual me hacía enormemente dichosa. Ya no me sentía celosa cuando llamaba a Vera. Me imaginaba a mis hijos, unos niños de pelo rubio, jugando por los enormes prados de la finca de los King y la compadecía.
Rosalie enmudeció de pronto y apretó los dientes, lo cual me sacó de la historia y me indicó que la parte espantosa estaba cerca. No había final feliz, tal y como ella me había anunciado. Me pregunté si ésa era la razón por la que había mucha más amargura en ella que en los demás miembros de su familia, porque ella había tenido al alcance de la mano todo cuanto quería cuando se truncó su vida humana.
—Esa noche yo estaba en el hogar de Vera —susurró Rosalie. Su rostro parecía liso como el mármol, e igual de duro—. El pequeño Henry era realmente adorable, todo sonrisas y hoyuelos... Empezaba a andar por su propia cuenta. Al marcharme, Vera que llevaba al niño en brazos, y su esposo me acompañaron hasta la puerta. El rodeó su cintura con el brazo y la besó en la mejilla cuando pensó que yo no estaba mirando. Eso me molestó. No se parecía al modo en que Royce me besaba, él no se mostraba tan dulce. Descarté ese pensamiento. Royce era mi príncipe y algún día yo sería la reina.
Resultaba arduo percibirlo a la luz de la luna, pero el rostro de Rosalie, blanco como el hueso, me pareció aún más pálido.
—Las farolas ya estaban encendidas, pues las calles estaban a oscuras. No me había dado cuenta de lo tarde que era —prosiguió un un susurro apenas audible—. También hacía mucho, mucho frío a pesar de ser finales de abril. Faltaba una semana para la ceremonia y me preocupaba el tiempo mientras volvía apresuradamente a casa... Me acuerdo con toda claridad. Recuerdo cada uno de los detalles de esa noche. Me aferré a ellos... al principio, para no pensar en nada más. Y ahora también, para tener algo a lo que agarrarme cuando tantos recuerdos agradables han desaparecido por completo... —suspiró y retomó el hilo en susurros—. Si, me preocupaba la meteorología porque no quería celebrar la ceremonia bajo techo.
»Los oí cuando me hallaba a pocas calles de mi casa. Se trataba de un grupo de hombres situados debajo de una farola rota que soltaban fuertes risotadas. Estaban ebrios. Me asaltó el deseo de llamar a mi padre para que me acompañara a casa, pero me pareció una tontería al encontrarme tan cerca. Entonces, él gritó mi nombre.
»—¡Rose! —dijo.
»Los demás echaron a reír como idiotas.
»No me había dado cuenta de que los borrachos iban tan bien vestidos. Eran Royce y varios de sus amigos, hijos de otros adinerados.
»—¡Aquí está mi Rose! —gritó mi prometido al tiempo que se carcajeaba con los demás, y parecía igual de necio—. Llegas tarde. Estamos helados, nos has tenido esperándote demasiado tiempo.
«Nunca antes le había visto borracho. Había bebido de vez en cuando en los brindis de las fiestas. Me había comentado que no le gustaba el champán. No había comprendido que prefería las bebidas mucho más fuertes.
«Tenía un nuevo amigo, el amigo de un amigo, un tipo llegado desde Atlanta.
»—¿Qué te dije, John? —se pavoneó al tiempo que me aferraba por el brazo y me acercaba a ellos—. ¿No es más adorable que todas tus beldades de Georgia?
»El tal John era un hombre moreno de cabellos negros. Me estudió con la mirada como si yo fuera un caballo que fuera a comprar.
»—Resulta difícil decirlo —contestó arrastrando las palabras—. Está totalmente tapada.
»Se rieron, y Royce con ellos.
»De pronto, Royce me tomó de los hombros y rasgó la chaqueta, que era un regalo suyo, haciendo saltar los botones de latón. Se desparramaron todos sobre la acera.
»—¡Muéstrale tu aspecto, Rose!
»Se desternilló otra vez y me quitó el sombrero de la cabeza. Los alfileres estaban sujetos a mi cabello desde las raíces, por lo que grité de dolor, un sonido que pareció del agrado de todos.
Rosalie me miró de pronto, sorprendida, como si se hubiera olvidado de mi presencia. Yo estaba segura de que las dos teníamos el rostro igual de pálido, a menos que yo me hubiera puesto verde de puro mareo.
—No voy a obligarte a escuchar el resto —continuó bajito—. Quedé tirada en la calle y se marcharon dando tumbos entre carcajadas. Me dieron por muerta. Bromeaban con Royce, diciéndole que iba a tener que encontrar otra novia. Él se rió y contestó que antes debía aprender a ser paciente.
«Aguardé la muerte en la calle. Era tanto el dolor que me sorprendió que me importunara el frío de la noche. Comenzó a nevar y me pregunté por qué no me moría. Aguardaba este hecho con impaciencia, para así acabar con el dolor, pero tardaba demasiado...
»Carlisle me encontró en ese momento. Olfateó la sangre y acudió a investigar. Recuerdo vagamente haberme enfadado con él cuando noté cómo trabajaba con mi cuerpo en su intento de salvarme la vida. Nunca me habían gustado el doctor Cullen, ni su esposa, ni el hermano de ésta, pues por tal se hacía pasar Edward en aquella época. Me disgustaba que los tres fueran más apuestos que yo, sobre todo los hombres, pero ellos no hacían vida social, por lo que sólo los había visto en un par de ocasiones.
»Pensé que iba a morir cuando me alzó del suelo y me llevó en volandas. Íbamos tan deprisa que me dio la impresión de que volábamos. Me horrorizó que el suplicio no terminara...
»Entonces, me hallé en una habitación luminosa y caldeada. Me dejé llevar y agradecí que el dolor empezara a calmarse, pero de inmediato algo punzante me cortó en la garganta, las muñecas y los tobillos. Aullé de sorpresa, creyendo que el doctor me traía a la vida para hacerme sufrir más. Luego, una quemazón recorrió mi cuerpo y ya no me preocupé de nada más. Imploré a Carlisle que me matara e hice lo mismo cuando Esme y Edward regresaron a la casa. Carlisle se sentó a mi lado, me tomó la mano y me dijo que lo sentía mientras prometía que aquello iba a terminar. Me lo contó todo; a veces, le escuchaba. Me dijo qué era él y en qué me iba a convertir yo. No le creí. Se disculpó cada vez que yo chillaba.
»A Edward no le hizo ninguna gracia. Recuerdo haberles escuchado discutir sobre mí. A veces, dejaba de gritar, ya que no me hacia ningún bien.
»—¿En qué estabas pensando, Carlisle? —espetó Edward—. Rosalie Hale?
Rosalie imitó a la perfección el tono irritado de Edward.
—No me gustó la forma en que pronunció mi nombre, como si hubiera algo malo en mí.
»—No podía dejarla morir —replicó Carlisle en voz baja—. Era demasiado... horrible, un desperdicio enorme...
»—Lo sé —respondió.
»Pensé que le quitaba importancia. Eso me enfadó. Por aquel entonces, yo no sabía que él era capaz de ver lo que Carlisle estaba contemplado.
»—Era una pérdida enorme. No podía dejarla allí —repitió Carlisle en voz baja.
»—Por supuesto que no —aceptó Esme.
»—Todos los días muere gente —le recordó Edward con acritud—, y ¿no crees que es demasiado fácil reconocerla? La familia King va a organizar una gran búsqueda para que nadie sospeche de ese desalmado —refunfuñó.
»Me complació que estuvieran al tanto de la culpabilidad de Royce.
»No me percaté de que casi había terminado, de que cobraba nuevas fuerzas y de que por eso era capaz de concentrarme en su conversación. El dolor empezaba a desaparecer de mis dedos.
»—¿Qué vamos a hacer con ella? —inquirió Edward con repulsión, o al menos ésa fue mi impresión.
»Carlisle suspiró.
»—Eso depende de ella, por supuesto. Quizá prefiera seguir su propio camino.
»Yo había entendido de sus explicaciones lo suficiente para saber que mi vida había terminado y que no la iba a recuperar. No soportaba la perspectiva de quedarme sola.
»El dolor pasó al fin y ellos volvieron a explicarme qué era. En esta ocasión les creí. Experimenté la sed y noté la dureza de mi piel. Vi mis brillantes ojos rojos.
«Frivola como era, me sentí mejor al mirarme en el espejo por primera vez. A pesar de las pupilas, yo era la cosa más hermosa que había visto en la vida —Rosalie se rió de sí misma por un instante—. Tuvo que pasar algún tiempo antes de que comenzara a inculpar de mis males a la belleza, una maldición, y desear haber sido... bueno, fea no, pero sí normal, como Vera. En tal caso, me podría haber casado con alguien que me amara de verdad y haber criado hijos hermosos, pues eso era lo que, en realidad, quería desde el principio. Sigo pensando que no es pedir demasiado.
Permaneció meditativa durante un momento. Creí que se habia vuelto a olvidar de mi presencia, pero entonces me sonrió con expresión súbitamente triunfal.
—¿Sabes? Mi expediente está casi tan limpio como el de Carlisle —me dijo—. Es mejor que el de Esme y mil veces superior al de Edward. Nunca he probado la sangre humana —anunció con orgullo.
Comprendió la perplejidad de mi expresión cuando le pregunte por qué su expediente estaba «casi tan» limpio.
—Maté a cinco hombres —admitió, complacida de sí misma— si es que merecen tal nombre, pero tuve buen cuidado de no derramar su sangre, sabedora de que no sería capaz de resistirlo. No quería nada de ellos dentro mí, ya ves.
«Reservé a Royce para el final. Esperaba que se hubiera enterado de las muertes de sus amigos y comprendiera lo que se le avecinaba. Confiaba en que el miedo empeorara su muerte. Me parece que dio resultado. Cuando le capturé, se escondía dentro de una habitación sin ventanas, detrás de una puerta tan gruesa como una cámara acorazada, custodiada en el exterior por un par de hombres armados. ¡Uy...! Fueron siete homicidios... —se corrigió a sí misma—. Me había olvidado de los guardias. Sólo necesité un segundo para deshacerme de ellos.
»Fue demasiado teatral y lo cierto es que también un poco infantil. Yo lucía un vestido de novia robado para la ocasión. Chilló al verme. Esa noche gritó mucho. Dejarle para el final resultó una medida acertada, ya que me facilitó un mayor autocontrol y pude hacer que su muerte fuera más lenta.
Dejó de hablar de repente y clavó sus ojos en mí.
—Lo siento —se disculpó con una nota de disgusto en la voz—. Te he asustado, ¿verdad?
—Estoy bien —le mentí.
—Me he dejado llevar.
—No te preocupes.
—Me sorprende que Edward no te contara nada a este respecto.
—Le disgusta hablar de las historias de otras personas. Le parece estar traicionando su confianza, ya que él se entera de más cosas de las que pretende cuando «escucha» a los demás.
Ella sonrió y sacudió la cabeza.
—Probablemente voy a tener que darle más crédito. Es bastante decente, ¿verdad?
—Eso me parece.
—Te lo puedo asegurar —luego, suspiró—. Tampoco he sido muy justa contigo, Bella. ¿Te lo ha contado o también ha sido reservado?
—Me dijo que tu actitud se debía a que yo era humana. Me explicó que te resultaba más difícil que al resto aceptar que alguien de fuera estuviera al tanto de vuestro secreto.
La musical risa de Rosalie me interrumpió.
—Ahora me siento en verdad culpable. Se ha mostrado mucho, mucho más cortés de lo que me merezco —parecía más cariñosa cuando se reía, como si hubiera bajado una guardia que hubiera mantenido en mi presencia hasta ese instante—. ¡Qué trolero es este chico!
Se carcajeó una vez más.
—¿Me ha mentido? —inquirí, súbitamente recelosa.
—Bueno, eso quizá resulte exagerado. No te lo ha contado todo. Lo que te dijo es cierto, más cierto ahora de lo que lo fue antes. Sin embargo, en su momento... —enmudeció y rió entre dientes, algo nerviosa—. Es violento. Ya ves, al principio, yo estaba celosa porque él te quería a ti y no a mí.
Un estremecimiento de pánico recorrió mi cuerpo al oír sus palabras. Ahí sentada, bañada por una luz plateada, era más hermosa que cualquier otra cosa que yo pudiera imaginar. Yo no podía competir con Rosalie.
—Pero tú amas a Emmett... —farfullé.
Ella cabeceó adelante y atrás, divertida por la ocurrencia.
—No amo a Edward de ese modo, Bella, no lo he hecho nunca. Le he querido como a un hermano, pero me ha irritado desde el primer momento en que le oí hablar, aunque has de entenderlo... Yo estaba acostumbrada a que la gente me quisiera y él no se interesaba por mí ni una pizquita. Al principio, me frustró e incluso me ofendió, pero no tardó mucho en dejar de molestarme al ver que Edward nunca amaba a nadie. No mostró la menor preferencia ni siquiera la primera vez que nos encontramos con todas esas mujeres del clan de Tanya en Denali. Y entonces te conoció a ti.
Me miró con turbación. Yo sólo le prestaba atención a medias. Pensaba en Edward, en Tanya y en «todas esas mujeres» y fruncí los labios hasta que formaron un trazo grueso.
—No es que no seas guapa, Bella —añadió, malinterpretando mi expresión—, pero te encontró más hermosa que a mí... Soy más vanidosa de lo que pensaba.
—Pero tú has dicho «al principio». Ahora ya no te molesta, ¿no? quiero decir, las dos sabemos que tú eres la más agraciada del planeta.
Me reí al tener que decirlo. ¡Era tan obvio...! Resultaba extraño que Rosalie necesitase esas palabras de confirmación. Ella también se unió a mis risas.
—Gracias, Bella, y no, la verdad es que ya no me molesta. Edward siempre ha sido un poquito raro —volvió a reírse.
—Pero aún sigo sin gustarte —susurré.
Su sonrisa se desvaneció.
—Lo lamento.
Permanecimos allí sentadas, en silencio, y ella parecía poco predispuesta a continuar hablando.
—¿Vas a decirme la razón? ¿He hecho algo...?
¿Estaba enfadada por poner en peligro una y otra vez a su familia, a Emmett? Primero James; ahora, Victoria...
—No, no has hecho nada —murmuró—. Aún no.
La miré, perpleja.
—¿No lo entiendes, Bella? —de pronto, su voz se volvió más apasionada que antes, incluso que cuando relataba su desdichada historia—. Tú ya lo tienes todo. Te aguarda una vida por delante..., todo lo que yo quería, y vas a desperdiciarla. ¿No te das cuenta de que yo daría cualquier cosa por estar en tu lugar? Tú has efectuado la elección que yo no pude hacer, ¡y has elegido mal!
Me estremecí y retrocedí ante la ferocidad de su expresión. Apreté los labios con fuerza cuando me percaté de que me había quedado boquiabierta.
Ella me contempló fijamente durante un buen rato y el fulgor de sus ojos disminuyó. De pronto, se avergonzó.
—¡Y yo que estaba segura de poder hacer esto con calma! —sacudió la cabeza. El torrente de emociones parecía haberla dejado confusa—. Supongo que sólo es porque ahora resulta más duro que antes, cuando era una pura cuestión de vanidad.
Contempló la luna en silencio. Al cabo de unos instantes me atreví a romper su ensimismamiento.
—¿Te caería mejor si eligiera continuar siendo humana?
Ella se volvió hacia mí con los labios curvados en un amago de sonrisa.
—Quizá.
—En todo caso, tu historia sí tiene algo de final feliz —le recorrdé—. Tienes a Emmett.
—Le tengo a medias —sonrió—. Sabes que salvé a Emmett de un oso que le había atacado y herido, y le arrastré hasta el hogar de Carlisle, pero ¿te imaginas por qué impedí que el oso le devorara? —negué con la cabeza—. Sus rizos negros y los hoyuelos, visibles incluso a pesar de la mueca de dolor, conferian a sus facciones una extraña inocencia fuera de lugar en un varón adulto... Me recordaba a Henry, el pequeño de Vera. No quería que muriera, a pesar de lo mucho que odiaba esta vida. Fuí lo bastante egoísta para pedirle a Carlisle que le convirtiera para mí.
»Tuve más suerte de la que me merecía. Emmett es todo lo que habría pedido si me hubiera conocido lo bastante bien como para saber de mis carencias. Él es exactamente la clase de persona adecuada para alguien como yo y, por extraño que pueda parecer, también él me necesitaba. Esa parte funciona mejor de lo que cabía esperar, pero sólo vamos a estar nosotros dos, no va a haber nadie más. Jamás me voy a sentar en el porche, con él a mi lado, y ya con canas, rodeada de mis nietos.
Ahora su sonrisa fue amable.
—Quizá te parezca un poco estrambótico, ¿a que sí? En cierto sentido, tú eres mucho más madura que yo a los dieciocho, pero por otra parte, hay muchas cosas que no te has detenido a considerar con detenimiento. Eres demasiado joven para saber qué vas a desear dentro de diez o quince años, y lo bastante inexperta como para darlo todo sin pensártelo. No te precipites con aquello que es irreversible, Bella.
Me palmeó la cabeza, pero el gesto no era de condescendencia. Suspiré.
—Tú sólo piénsatelo un poco. No se puede deshacer una vez que esté hecho. Esme va tirando porque nos usa a nosotros como sucedáneo de los hijos que no tiene y Alice no recuerda nada de su existencia humana, por lo que no la echa de menos. Sin embargo, tú sí vas a recordarla. Es mucho a lo que renuncias.
Pero obtengo más a cambio, pensé, aunque me callé.
—Gracias, Rosalie. Me alegra conocerte más para comprenderte mejor.
—Te pido disculpas por haberme portado como un monstruo —esbozó una ancha sonrisa—. Intentaré comportarme mejor de ahora en adelante.
Le devolví la sonrisa.
Aún no éramos amigas, pero estaba segura de que no me iba a odiar tanto.
—Ahora voy a dejarte para que duermas —lanzó una mirada a la cama y torció la boca—. Sé que estás descontenta porque te mantenga encerrada de esta manera, pero no le hagas pasar un mal rato cuando regrese. Te ama más de lo que piensas. Le aterra alejarse de ti —se levantó sin hacer ruido y se dirigió hacia la puerta sigilosa como un espectro—. Buenas noches, Bella —susurró mientras la cerraba al salir.
—Buenas noches, Rosalie —murmuré un segundo tarde.
Después de eso, me costó mucho conciliar el sueño...
... y tuve una pesadilla cuando me dormí. Recorría muy despacio las frías y oscuras baldosas de una calle desconocida bajo una suave cortina de nieve. Dejaba un leve rastro sanguinolento detrás de mí mientras un misterioso ángel de largas vestiduras blancas vigilaba mi avance con gesto resentido.
Aliee me llevó al colegio a la mañana siguiente mientras yo, malhumorada, miraba fijamente por el parabrisas. Estaba falta de sueño y eso sólo aumentaba la irritación que me provocaba mi encierro.
—Esta noche saldremos a Olympia o algo así —me prometio—. Será divertido, ¿te parece...?
—¿Por qué no me encierras en el sótano y te dejas de paños calientes? —le sugerí.
Alice torció el gesto.
—Va a pedirme que le devuelva el Porsche por no hacer un buen trabajo. Se suponía que debías pasártelo bien.
—No es culpa tuya —murmuré; en mi fuero interno, no podía creer que me sintiera culpable—. Te veré en el almuerzo.
Anduve penosamente hasta clase de Lengua. Tenía garantizado que el día iba a ser insoportable sin la compañía de Edward. Permanecí enfurruñada durante la primera clase, bien consciente de que mi actitud no ayudaba en nada.
Cuando sonó la campana, me levanté sin mucho entusiasmo. Mike me esperaba a la salida, el tiempo que mantenía abierta la puerta.
—¿Se va Edward de excursión este fin de semana? —me preguntó con afabilidad mientras caminábamos bajo un fino chirimiri.
—Sí.
—¿Te apetece hacer algo esta noche?
¿Cómo era posible que aún albergara esperanzas?
—Imposible, tengo una fiesta de pijamas —refunfuñé. Me dedicó una mirada extraña mientras ponderaba mi estado de ánimo.
—¿Quiénes vais a...?
Detrás de nosotros, un motor bramó con fuerza en algún punto del aparcamiento. Todos cuantos estaban en la acera se volvieron para observar con incredulidad cómo una estruendosa moto negra llegaba hasta el límite de la zona asfaltada sin aminorar el runrún del motor.
Jacob me urgió con los brazos.
—¡Corre, Bella! —gritó por encima del rugido del motor.
Me quedé allí clavada durante un instante antes de comprender.
Miré a Mike de inmediato y supe que sólo tenía unos segundos.
¿Hasta dónde sería capaz de ir Alice para refrenarme en público?
—Di que me he sentido mal repentinamente y me he ido a casa, ¿de acuerdo? —le dije a Mike, con la voz llena de repentino entusiasmo.
—Vale —murmuró él.
Le pellizqué la mejilla y le dije a voz en grito mientras me alejaba a la carrera:
—Gracias, Mike. ¡Te debo una!
Jacob aceleró la moto sin dejar de sonreír. Salté a la parte posterior del asiento, rodeé su cintura con los brazos y me aferré con fuerza.
Atisbé de refilón a Alice, petrificada en la entrada de la cafetería, con los ojos chispeando de furia y los labios fruncidos, dejando entrever los dientes.
Le dirigí una mirada de súplica.
A continuación salimos disparados sobre el asfalto tan deprísa que tuve la impresión de que me dejaba atrás el estómago.
—¡Agárrate fuerte! —gritó Jacob.
Escondí el rostro en su espalda mientras él dirigía la moto hacia la carretera. Sabía que aminoraría la velocidad en cuanto llegásemos a la orilla del territorio quileute. Lo único que debía hacer hasta ese momento era no soltarme. Rogué en silencio para que Alice no nos siguiera y que a Charlie no se le ocurriera pasar a verme...
Fue muy evidente el momento en que llegamos a zona segura. La motocicleta redujo la velocidad y Jacob se enderezó y aulló entre risas. Abrí los ojos.
—Lo logramos —gritó—. Como fuga de la cárcel no está mal, ¿A qué no?
—Bien pensado, Jake.
—Me acordé de tus palabras. Esa sanguijuela psíquica era incapaz de predecir lo que yo iba a hacer. Me alegra que no pensara esto o de lo contrario no te hubiera dejado venir al instituto.
—No se me pasó por la cabeza.
Lanzó una carcajada triunfal.
—;Qué quieres hacer hoy?
Respondí con otra risa.
¡Cualquier cosa!
¡Qué estupendo era ser libre!
LUNA NUEVA
0 comentarios 9:13 Publicado por Cl@rit@♫S@Lv@ToR3☺!Cull3n♥WOW la peli estuvo genial la vi este pasado 20 de Nov y creanme que me guto demasiado ademas de que ya estava esperandola desde el año pasado jejeje me encanto , ademas llore como tres veces jaja de verdad que no me gusta ver sufrir a Jacob el es tan lindo , creanme que cuando lei el libro tambien llore mmmm cuando Edward deja e Bella sola fue terrible hasta pence que lo odiaba claro que no fue asi ufff pero cuando Jacob ayuda a Bella a salir de la deprecion como un buen amigo fue lo que me gusto mdel libro creanme que sufri con Jacob cuando bella se decidio por Edward y como ella lo dijo"Es el siempre fue el" brefiriendoce a Edward y mi pobre lobito se quedo con el ocrazcon destrozado uuuuu bueno pero una vez mas el amor de Bella y Edward triunfo siiiii jeje bueno les dejo unas pics de la peli y mi capitulo predilecto de Luna Nueva.☺
wow llore con esa tambien se ubieran golpeado jajaja
New Moon and Breaking Dawn Movie<
no te preocupes jacob aqui estoy yo
Breaking Dawn and Breaking Dawn Movie
Y triunfo el amor
Breaking Dawn and New Moon Pictures
jaja me parecio un poco graciosa esta escena
Breaking Dawn and New Moon Pictures
Y todo fue por Jasper nooooo
Twilight and Eclipse Pictures
Lindos sueños jacob
Eclipse and Twilight Pictures
Beso beso
>Eclipse and Twilight Pictures
Jacob-Bella tu sabes que soy.
Bella-¿mmmm un borreguito?
Jacob-emmm algo parecido
jajaja
>Eclipse and Twilight Pictures
CAPITULO
Amigos
No fue necesario esconder las motos, simplemente bastó con colocarlas en el cobertizo de Jacob. La silla de ruedas de Billy no tenía posibilidades de maniobrar por el terreno desigual que se extendía hasta la casa.
Jacob comenzó de inmediato a desmontar en piezas la moto roja, la que sería mía. Abrió la puerta del copiloto del Golf de modo que pudiera acomodarme en el asiento en vez de tener que hacerlo en el suelo. Mientras trabajaba, Jacob parloteó felizmente sin que yo tuviera que esforzarme mucho para mantener viva la conversación. Me puso al corriente sobre cómo le iban las cosas en su segundo año de instituto, y me contó todo sobre sus clases y sus dos mejores amigos.
—¿Quil y Embry? —le interrumpí—. Son nombres bastantes raros.
Jacob rió entre dientes.
—Quil es el nombre de una prenda usada y creo que Embry consiguió su nombre de una estrella de un culebrón. Pero no se les puede decir nada. Se lo toman mal si mencionas el tema, ¡y se te echan encima después!
—Buenos amigos, entonces —enarqué una ceja.
—No, sí que lo son. Sólo que no te metas con sus nombres.
En ese momento, se escuchó una llamada en la distancia.
—¿Jacob? —gritó una voz.
—¿Ése es Billy? —pregunté.
—No —Jacob dejó caer la cabeza y pareció sonrojarse bajo su piel morena—. Mienta al diablo —masculló—, y el diablo aparecerá.
—¿Jake? ¿Estás ahí?
La voz se oyó más cerca.
—¡Sí! —Jacob devolvió el grito y luego suspiró.
Esperamos durante un breve lapso de tiempo hasta que dos chicos altos de piel oscura dieron la vuelta a la esquina y llegaron al cobertizo.
Uno era enjuto y casi tan alto como Jacob. El pelo negro le llegaba hasta la barbilla y tenía la raya en medio. Un mechón le caía suelto a un lado de la cara y el otro lo llevaba remetido detrás de la oreja. El más bajo también era más corpulento. Su camiseta blanca se ceñía a su pecho bien desarrollado y desde luego se le notaba lo feliz que eso le hacía. Llevaba el pelo corto, a la moda.
Ambos se detuvieron de golpe en cuanto me vieron. El chico delgado deslizó la mirada rápidamente de Jacob a mí, y el más musculoso no dejó de observarme mientras una sonrisa se extendía lentamente por su rostro.
—Hola, chicos —Jacob los saludó con pocas ganas.
—Hola, Jake —contestó el más bajo, sin apartar la vista de mí. Tuve que corresponderle con otra sonrisa, a pesar de su mueca picara. Cuando lo hice, me guiñó el ojo—. Hola a todos.
—Quil, Embry, os presento a mi amiga, Bella.
Todavía no sabía quién era quién, pero Quil y Embry intercambiaron una mirada intencionada entre los dos.
—La hija de Charlie, ¿no? —me preguntó el chico musculoso al tiempo que me tendía la mano.
—Cierto —le confirmé, al estrechársela. Su apretón era firme, parecía que estaba flexionando sus bíceps.
—Yo soy Quil Ateara —me anunció presuntuosamente, antes de soltarme la mano.
—Encantada de conocerte, Quil.
—Hola, Bella. Soy Embry, Embry Call, aunque imagino que ya lo suponías —Embry sonrió con timidez y me saludó con una mano, que introdujo rápidamente en el bolsillo de los vaqueros.
Yo asentí.
—Encantada de conocerte, también.
—Y bien, ¿qué estáis haciendo, chicos? —preguntó Quil, sin dejar de mirarme.
—Bella y yo vamos a reparar estas motos —la explicación de Jacob era poco exacta, pero motos parecía ser una palabra mágica. Ambos se acercaron para examinar el trabajo de Jacob, asaeteándole con multitud de preguntas. La mayor parte de las palabras que usaron eran incomprensibles para mí, y supuse que había que tener el cromosoma Y para entender realmente todo aquel entusiasmo.
Estaban todavía inmersos en aquella charla sobre componentes y piezas cuando decidí que necesitaba regresar a casa antes de que Charlie apareciera por allí. Con un suspiro, me deslicé fuera del Golf.
Jacob me lanzó una mirada de disculpa.
—Te estamos aburriendo, ¿no?
—Qué va —no era una mentira. Estaba disfrutando—. Lo que pasa es que tengo que hacerle la cena a Charlie.
—Oh... Bien, terminaré de desmontar las piezas esta noche y averiguaré qué más necesito para poder reconstruirlas. ¿Cuándo quieres que volvamos a trabajar en ellas de nuevo?
—¿Puedo volver mañana? —los domingos eran la pesadilla de mi existencia. Nunca había trabajo suficiente para mantenerme ocupada.
Quil le dio un codazo a Embry e intercambiaron muecas.
Jacob sonrió encantado.
—¡Eso es genial!
—Podemos ir a comprar los componentes si haces una lista —sugerí.
El rostro de Jacob mostró una ligera decepción.
—Todavía no estoy seguro de que te vaya a dejar pagarlo todo.
Sacudí la cabeza.
—Nada de nada. Yo pondré los fondos para esto. Tú sólo tienes que aportar el trabajo y la maña.
Embry puso los ojos en blanco dirigiéndose a Quil.
—No me parece bien —Jacob sacudió la cabeza.
—Jake, si las llevo a un mecánico, ¿cuánto me costaría? —le señalé.
Él sonrió.
—Vale.
—Y eso sin mencionar las lecciones para aprender a montar —añadí.
Quil sonrió ampliamente a Embry y le susurró algo que no capté. La mano de Jacob salió disparada y golpeó la nuca de Quil.
—Ya está bien, largaos —masculló.
—No, de verdad, tengo que irme —protesté, dirigiéndome hacia la puerta—. Te veré mañana, Jacob.
Tan pronto como estuve fuera de su vista, escuché aullar a Quil y Embry, a coro:
—¡Uauuuuu...!
A lo que siguió el sonido de una buena refriega, salpicada con unos cuantos quejidos y gritos de dolor.
—Como a alguno de vosotros se le ocurra poner el pie por estos lares mañana... —escuché cómo les amenazaba Jacob.
Su voz se fue perdiendo conforme me alejaba entre los árboles.
Reí bajito y en silencio. Oírme a mí misma hizo que se me dilataran las pupilas, maravillada. Estaba riéndome, riéndome de verdad y allí no había nadie mirándome. Me sentía ligera, sin peso, tanto que volví a reírme, y esto hizo que la sensación durara un poco más.
Conseguí llegar a casa antes que Charlie. Cuando él entró, estaba sacando el pollo frito de la sartén y apilándolo sobre unas servilletas de papel.
—Hola, papá —le devolví una sonrisa rápida.
Antes de que pudiera recomponer su expresión, pude percibir la sorpresa que revoloteó por su rostro.
—Hola, cielo —dijo, con la voz insegura—. ¿Te lo pasaste bien con Jacob?
Empecé a llevar la comida a la mesa.
—Sí, claro.
—Bueno, eso está bien —todavía parecía cauteloso—. ¿Qué hicisteis?
Ahora era el momento de mostrarme prudente.
—Estuve allí, por el garaje, y le acompañé mientras trabajaba. ¿Sabes que está remodelando un Volkswagen?
—Ah, sí, creo que Billy mencionó algo.
Charlie tuvo que interrumpir el interrogatorio cuando empezó a masticar, pero no dejó de estudiar mi rostro durante la cena.
Cuando terminamos, anduve dando vueltas por allí, limpiando la cocina hasta dos veces y después hice los deberes despacito en la habitación de la entrada, mientras él veía un partido de hockey. Esperé tanto como pude, pero al final Charlie me recordó lo tarde que era. Como no le respondí, se levantó, se estiró y después se marchó, apagando la luz al salir. Le seguí sin muchas ganas.
Mientras subía las escaleras, esa sensación anormal de bienestar que había experimentado desde el final de la tarde se fue escurriendo de mi cuerpo, al tiempo que me iba invadiendo un miedo sordo ante lo que me tocaba pasar a partir de ahora.
Ya no me sentía aturdida. Esa noche volvería a ser, sin duda, tan terrorífica como la anterior. Me tumbé en la cama y me acurruqué en una bola, preparándome para el ataque. Apreté los ojos, bien cerrados y... la siguiente cosa que recuerdo es que ya era por la mañana.
Miré, sin podérmelo creer, la pálida luz plateada que se derramaba a través de mi ventana.
Había dormido sin soñar ni gritar por primera vez en más de cuatro meses. No podía decir qué emoción era más fuerte, si el alivio o el estupor.
Me quedé quieta en la cama unos minutos, esperando a que todo regresara de nuevo. Porque, sin duda, tenía que ocurrir algo. Si no el dolor, al menos el aturdimiento. Esperé, pero no pasó nada, y entonces me sentí más relajada de lo que me había sentido en mucho tiempo.
No confiaba en que aquello durara mucho. Me balanceaba en un equilibrio precario, resbaladizo, y no tardaría mucho en caerme. Sólo el hecho de estar mirando mi habitación con esos ojos súbitamente despejados, notando lo extraña que parecía, tan ordenada, como si nadie viviera allí, ya era peligroso de por sí.
Deseché aquel pensamiento y me concentré, mientras me vestía, en el hecho de que ese día vería a Jacob otra vez. La idea me hizo sentirme casi... esperanzada. Quizás todo sería como el día anterior. Quizás no tendría que volver a recordarme a mí misma cómo parecer interesada en las cosas o cómo asentir y sonreír en los momentos adecuados, del mismo modo que había estado haciendo durante todo este tiempo. Quizás... Aunque, de todos modos, no confiaba en que esto durara mucho. Tampoco podía confiar en que las cosas se desarrollaran como el día anterior, que fuera tan fácil. No me iba a permitir una decepción así.
Durante el desayuno, Charlie siguió mostrándose cauteloso e intentó ocultar el examen al que me sometía. Mantenía la vista fija en sus huevos revueltos mientras creía que no le miraba.
—¿Qué tienes previsto para hoy? —me preguntó, observando con insistencia un hilo suelto del borde de su manga e intentando simular que no prestaba atención a mi respuesta.
—Creo que saldré a dar una vuelta con Jacob otra vez.
Asintió sin levantar la mirada.
—Ah —comentó.
—¿Te importa? —fingí preocuparme—. Podría quedarme...
Alzó la mirada rápidamente, con una chispa de pánico en los ojos.
—No, no. Sigue con tus planes. De todas formas Harry se vendrá a ver conmigo el partido.
—Quizás Harry podría traerse a Billy —sugerí. Cuantos menos testigos, mejor.
—Es una gran idea.
No estaba segura de si el partido era la excusa para empujarme a salir, pero desde luego se le veía bastante entusiasmado. Se encaminó hacia el teléfono mientras yo recogía mi impermeable. Era perfectamente consciente del peso del talonario de cheques en el bolsillo de mi chaqueta. Jamás lo había usado hasta ahora.
Fuera, el agua caía como si se derramara de un cubo. Tuve que conducir a menos velocidad de la deseada —apenas veía lo que tenía delante de mí—, pero finalmente conseguí salir de las calles cenagosas en dirección a casa de Jacob. La puerta principal se abrió antes de que apagara el motor y él salió corriendo bajo un enorme paraguas negro.
Se asomó por encima de mi puerta cuando la abrí.
—Ha llamado Charlie diciendo que estabas en camino —explicó con una sonrisa.
Sin tener que hacer ningún esfuerzo y sin ninguna orden consciente, los músculos que rodeaban mis labios se contrajeron y respondieron a su sonrisa con otra que se extendió por mi rostro. Un extraño sentimiento de calidez me inundó la garganta, a pesar de la lluvia helada que se estrellaba contra mis mejillas.
—Hola, Jacob.
—Buena idea, hacer que invitaran a Billy.
Alzó su mano para chocar los cinco. Tuve que estirarme tanto para alcanzar su mano que se rió.
Harry apareció para llevarse a Billy sólo unos minutos después. Jacob me dio una vuelta por su pequeña habitación para enseñármela, mientras hacíamos tiempo para quedarnos a salvo de posibles supervisores.
—Bueno, ¿y adonde vamos, señor Buena Pieza? —inquirí, tan pronto como la puerta se cerró detrás de Billy.
Jacob sacó un papel doblado de su bolsillo y lo alisó.
—Empezaremos primero por el vertedero, a ver si tenemos suerte. Esto puede ser un poco caro —me avisó—. Esas motos van a necesitar un montón de piezas antes de que podamos ponerlas en marcha otra vez.
Como mi rostro no le pareció suficientemente preocupado, continuó:
—Estoy hablando quizás de más de cien dólares.
Saqué mi chequera, me abaniqué con ella y puse los ojos en blanco ante su rostro preocupado.
—Creo que nos alcanzará.
Resultó ser un día bastante extraño, ya que lo pasé realmente bien, incluso en el vertedero, bajo la lluvia y el fango que me llegaba hasta los tobillos. Me pregunté al principio si sólo era resultado de la desaparición del aturdimiento, pero no me satisfizo del todo la explicación.
Empezaba a pensar que se debía principalmente a Jacob. No era sólo que siempre estuviese tan contento de verme o que no me mirara de reojo, a la espera de que hiciera algo que me hiciese parecer loca o deprimida. No tenía que ver conmigo en absoluto.
Era el mismo Jacob. Simplemente, Jacob era esa clase de persona que siempre se muestra feliz, y que acarrea esa felicidad como un aura, llevándola a toda la gente que le rodea. Igual que un sol ceñido a la Tierra, sea quien sea el que entre en su órbita gravitacional, es irremediablemente atraído por su calidez. Para él, era algo natural, formaba parte de sí mismo. No resultaba tan extraño que estuviera deseando verle.
Incluso cuando se refirió al enorme agujero abierto en mi salpicadero, no me inundó el pánico como tendría que haber sucedido.
—¿Se te rompió el estéreo? —me preguntó.
—Así es —le mentí.
Hurgó un poco en la cavidad.
—¿Quién se lo llevó? Ha hecho un buen destrozo...
—Fui yo —admití.
Se echó a reír.
—Pues quizá sea mejor que no toques mucho las motos.
—Sin problemas.
Tal y como había dicho Jacob, probamos suerte en el vertedero. Se extasió al encontrar en ese lugar diversas piezas de metal retorcido ennegrecidas por la grasa. Me impresionó de veras que pudiera identificarlas.
Desde allí fuimos al Checker Auto Parts que había más abajo, en Hoquiam. Teniendo en cuenta la velocidad de mi coche, eso suponía más de dos horas de conducción en dirección sur por la sinuosa autopista, pero el tiempo pasaba cómodamente al lado de Jacob. Charloteaba sobre sus amigos y el instituto y me sorprendí a mí misma haciendo preguntas, pero no para disimular, sino realmente curiosa por saber las respuestas.
—Estoy llevando yo toda la conversación —se quejó, después de haberme contado una larga historia acerca de Quil y el problema en el que se habla metido al pedirle salir a la novia de un chico del último curso—. ¿Por qué no hablas ahora tú? ¿Qué tal va todo en Forks? Seguro que es más excitante que La Push.
—Qué va —suspiré—. En realidad, no pasa nada. Tus amigos son mucho más interesantes que los míos. Me gustan. Quil es muy divertido.
Frunció el ceño.
—A Quil también le gustas tú.
Yo me reí.
—Pues es un poco joven para mí.
El ceño de Jacob se acentuó.
—No es mucho más joven que tú. Sólo un año y unos meses.
Me dio la sensación de que ya no estábamos hablando de Quil. Mantuve la voz en un tono ligero, bromista.
—Seguro que sí. Pero considerando la diferencia de madurez entre chicos y chicas ¿no tendrías que contarlo en años similares a los de los perros? ¿Y eso qué me hace, unos doce años mayor?
Se rió al tiempo que levantaba los ojos al cielo.
—Vale, pero si te vas a poner picajosa con eso, también tendremos que considerar el tamaño. Eres tan pequeña que vamos a tener que descontarte diez años del total.
—Uno sesenta y cuatro está totalmente dentro de la media —bufé—. No es culpa mía que seas un fenómeno.
Bromeamos de esta guisa hasta Hoquiam, todavía discutiendo sobre la fórmula correcta para discernir la edad —perdí dos años más porque no sabía cambiar una rueda, pero gané uno por ocuparme de las cuentas de la casa— hasta que llegamos al Checker y Jacob tuvo que concentrarse en nuestro asunto otra vez. Encontró todo lo que quedaba en la lista y se mostró confiado en hacer grandes progresos con nuestro botín.
Cuando llegamos a La Push, yo estaba en los veintitrés y él en los treinta, porque, desde luego, no paraba de acumular habilidades.
Se me había olvidado incluso el motivo por el que estábamos haciendo esto. Pero, aunque me estaba divirtiendo más de lo concebible, no había dejado de ser fiel a mi deseo original. Todavía quería romper el trato. No tenía sentido, pero en realidad, no me importaba. Iba a intentar desafiar el peligro todo lo que pudiera sin salir de Forks. No estaba dispuesta a ser la única que sostuviera su parte del contrato, un contrato vacío. Aunque sin duda, pasar el tiempo en compañía de Jacob era un beneficio extra que no había previsto.
Billy aún no había regresado, así que no tuve que andar mintiendo sobre lo que habíamos estado haciendo durante el día. Tan pronto como colocamos todo en la lona de plástico que había al lado de la caja de herramientas, Jacob se puso a trabajar, sin dejar de charlar y reír mientras sus dedos rastreaban expertamente entre las distintas piezas que tenía delante.
La habilidad de Jacob con las manos era fascinante. Parecían demasiado grandes para lo delicado de las tareas que llevaban a cabo con soltura y precisión. Cuando trabajaba, tenía un aspecto grácil. No era así cuando lo veías de pie; entonces, su altura y sus pies enormes le convertían en un ser casi tan patoso como yo.
Quil y Embry no aparecieron, quizás porque se habían tomado en serio la amenaza de Jacob.
El día pasó con excesiva rapidez. Oscureció en los aledaños del garaje antes de lo que yo esperaba; entonces, escuché cómo nos llamaba Billy.
Salté para ayudar a Jacob a recoger las cosas, aunque dudaba de qué era lo que podía tocar.
—Déjalo ahí —dijo—. Volveré a trabajar con eso más tarde, esta noche.
—No vayas a dejar de hacer los deberes o cualquier otra cosa que tengas pendiente —le comenté, sintiéndome algo culpable. No quería que se metiera en problemas, ya que este plan sólo debía afectarme a mí.
—¿Bella?
Alzamos bruscamente la cabeza cuando la voz familiar de Charlie nos llegó de entre los árboles, cerca de nosotros.
—Corre —murmuré—. ¡Ya vamos! —grité en dirección a la casa.
—Vámonos —Jacob sonrió, disfrutando con excitación del complot.
Apagó la luz y por un momento me quedé ciega. Jacob me tomó de la mano y me sacó del garaje dirigiéndose hacia la casa entre los árboles. Sus pies encontraron con facilidad el camino. Sentí su mano rugosa, pero muy cálida.
Tropezamos a menudo en la oscuridad a pesar de caminar por el sendero. Aún nos reíamos cuando la casa apareció a la vista. No era una risa profunda, sino más bien ligera y superficial, pero no por eso menos agradable. Estaba segura de que él no había notado el matiz de histeria que teñía la mía. No estaba acostumbrada a reír, y me hacía sentir bien y al mismo tiempo muy mal.
Charlie nos esperaba de pie en el pequeño porche trasero y Billy estaba detrás, sentado en el umbral.
—Hola, papá —dijimos los dos a la vez y eso nos hizo romper a reír de nuevo.
Charlie me miraba con los ojos abiertos de par en par, unos ojos que relampaguearon al darse cuenta de cómo la mano de Jacob se cerraba sobre la mía.
—Billy nos ha invitado a cenar —dijo Charlie, en tono distraído.
—Mi receta ultra secreta para los espaguetis con carne, transmitida de generación en generación —dijo Billy en tono solemne.
Jacob bufó.
—La verdad, dudo que esa receta exista desde hace tanto.
La casa estaba atestada. También se hallaba allí Harry Clearwater con su familia: su mujer, Sue, a la que yo recordaba vagamente de mis vacaciones infantiles en Forks y sus dos hijos. Leah era un año mayor que yo. Hermosa al estilo exótico, con su piel cobriza perfecta, su cabello negro centelleante y las pestañas como plumeros; parecía preocupada. Cuando llegamos estaba colgada al teléfono de Billy y no lo soltó en ningún momento. Seth tenía catorce años y absorbía cada palabra que dijera Jacob, lo idolatraba con la mirada.
Éramos demasiados para la mesa de la cocina, así que Charlie y Harry trajeron sillas del patio y comimos los espaguetis con los platos apoyados en nuestro regazo, a la luz tenue que salía por la puerta abierta del cuarto de estar de Billy. Los hombres hablaron del partido; Harry y Charlie hicieron planes para ir a pescar. Sue le tomó el pelo a su marido con lo del colesterol e intentó, sin éxito, que consintiera en comer algo de color verde y con hojas. Jacob habló conmigo sobre todo y Seth le interrumpía rápidamente cada vez que se sentía en peligro de verse relegado al olvido. Charlie me observaba, intentando que no se le notara, con ojos complacidos, pero cautos a la vez.
Aquello era una caótico guirigay en el que todos hablábamos en voz alta a la vez, donde las carcajadas producidas por cada chiste interrumpían la historia de los demás. No tuve que hablar con frecuencia, pero sonreí mucho y sólo cuando me apeteció hacerlo.
No quería irme.
Sin embargo, estábamos en el estado de Washington y la inevitable lluvia terminó con la fiesta. La sala de estar de Billy era demasiado pequeña para permitir que continuara allí la reunión. Harry había traído a Charlie, por lo que nos volvimos juntos a casa, en mi coche. Él me preguntó cómo me había ido el día y le conté casi toda la verdad, que había acompañado a Jacob a comprar unas piezas y que después le había visto trabajar en su garaje.
—¿Crees que volverás a visitarle pronto? —me preguntó; intentó que no me diera cuenta de su interés.
—Mañana después de clase —admití—. Me llevaré los deberes, no te preocupes.
—Asegúrate de que sea así —me ordenó, aunque tratando de disimular su satisfacción.
Cuando nos acercamos a la casa, me puse nerviosa. No quería subir al primer piso. La calidez de la presencia de Jacob se estaba desvaneciendo y, en su ausencia, la ansiedad se incrementaba. Estaba segura de que no me iría de rositas con dos tranquilas noches de sueño seguidas.
Para retrasar un poco más la hora de acostarme, abrí el correo electrónico; había un nuevo mensaje de Renée.
Me contaba cosas sobre su día a día, el nuevo club de lectura que llenaba el hueco de las clases de meditación que acababa de abandonar, cómo le iba con la sustitución que estaba haciendo en segundo grado y cuánto echaba de menos a sus chicos de infantil. También me escribía sobre lo mucho que disfrutaba Phil de su nuevo trabajo de entrenador y que estaban planeando una segunda luna de miel en Disney World.
Me di cuenta de que estaba leyéndolo como si fuera el reportaje de un periódico, más que como el mensaje que alguien te dirige personalmente. Me inundó el remordimiento, dejándome un regusto desagradable después. Menuda hija estaba hecha.
Le contesté con rapidez, haciendo comentarios de cada una de las partes de su carta y añadiendo información de mi propia cosecha; le describí la fiesta de los espaguetis en casa de Billy y cómo me sentí mientras observaba a Jacob hacer algo útil con unas pequeñas piezas de metal, sobrecogida y algo envidiosa. No hice mención al cambio que supondría para ella esta carta respecto a las que había recibido en los últimos meses. Apenas podía recordar lo que le había escrito, ni siquiera la semana pasada, pero estaba segura de que no había sido muy comunicativa. Cuanto más pensaba en ello, me sentía más culpable. Seguramente la había preocupado mucho.
Me quedé mucho rato esa noche después de escribir, haciendo más tareas de la casa de las estrictamente necesarias, al suponer que ni la falta de sueño ni el tiempo pasado con Jacob —siendo casi feliz de una manera superficial— podrían apartarme de los sueños durante más de dos noches seguidas.
Me desperté chillando, con el grito sofocado contra la almohada.
Mientras la tenue luz de la mañana se filtraba a través de la niebla que había en el exterior de mi ventana, yací en la cama e intenté sacudirme los restos del sueño. Había una pequeña diferencia en la pesadilla de aquella noche y me concentré en ella.
No había estado sola en el bosque. Sam Uley, el hombre que me había recogido del suelo del bosque aquella noche en la que no podía pensar conscientemente, estaba allí. Era un cambio extraño, insospechado. Sus ojos oscuros me parecieron sorprendentemente hostiles, como si contuvieran algún secreto que no deseara compartir. Le miré tanto como mi frenética búsqueda me permitía, pero me hizo sentir incómoda el tenerle allí, añadido a todo el pánico que ya me era habitual. Quizás se debía a que cuando no le miraba directamente, mi visión periférica percibía la forma en que su silueta parecía temblar y cambiar. A pesar de todo, no hacía nada más que estar allí de pie y observar. No me ofreció ayuda, a diferencia del momento en que nos conocimos en la realidad.
Charlie me examinó durante el desayuno y yo intenté ignorarle. Suponía que me lo había merecido. No podía esperar que él no se preocupara. Probablemente tendrían que pasar semanas antes de que él dejara de aguardar a que regresara la zombi y yo simplemente debería intentar que no me molestara este hecho. Después de todo, también yo estaba vigilando el regreso de la zombi. Dos días no bastaban ni de lejos para proclamar mi curación.
En el instituto era justo lo opuesto. Ahora que yo sí estaba prestando atención, estaba claro que nadie me observaba.
Recuerdo el primer día que entré en el instituto de Forks, lo desesperadamente que deseé volverme de color gris, disolverme en el cemento mojado de la acera como un camaleón de gran tamaño. Parecía que sólo un año después había conseguido ver cumplido mi deseo.
Era como si no estuviera allí. Incluso mis profesores paseaban la vista por mi asiento como si se encontrara vacío.
Escuché mucho durante toda la mañana, pendiente una y otra vez de las voces que me rodeaban. Intenté captar de qué iban las cosas, pero las conversaciones me llegaban tan deslavazadas que lo dejé.
Jessica ni siquiera levantó la vista cuando me senté a su lado en mates.
—Hola, Jess —le dije, con una despreocupación que era puro cuento—. ¿Qué tal te fue el resto del fin de semana?
Ella me miró con ojos cargados de sospecha. ¿Estaría todavía enfadada? ¿O simplemente se sentía demasiado impaciente para tratar con una chalada?
—Divino —me contestó, volviéndose a su libro.
—Eso está bien —murmuré.
La expresión figurada «hacerle el vacío a alguien» parecía tener algo de literal en sí misma. Podía sentir el aire cálido circular desde los respiraderos, pero yo seguía teniendo mucho frío. Tomé la chaqueta del respaldo de la silla y me la puse otra vez.
Salimos tarde de la cuarta hora de clase y la mesa del almuerzo donde solía sentarme estaba llena en el momento de mi llegada. Mike estaba allí; también Jessica y Angela, Conner, Tyler, Eric y Lauren. Katie Webber, la chica pelirroja de tercer año que vivía al volver la esquina de mi casa, estaba sentada con Eric, y Austin Marks, el hermano mayor del chico del que obtuve las motos, estaba a su lado. Me pregunté cuánto tiempo llevaba sentado allí, incapaz de recordar si hoy era el primer día o algo que se había convertido en una costumbre habitual.
Empezaba a estar molesta conmigo misma. Parecía que me había pasado todo el último semestre empaquetada en bolitas de espuma de poliéster.
Nadie levantó la cabeza cuando me senté al lado de Mike, ni siquiera cuando la silla chirrió estridentemente contra el suelo de linóleo al apartarla para sentarme.
Intenté captar el hilo de la conversación.
Mike y Conner hablaban de deportes, así que rápidamente dejé de escucharles.
—¿Dónde está Ben hoy? —le estaba preguntando Lauren a Angela. Esto parecía mejor, por lo que presté atención. Me pregunté si aquello significaría que Angela y Ben todavía seguían juntos.
Apenas reconocí a Lauren. Se había cortado todo su sedoso pelo rubio maíz al estilo paje, tan corto que tenía la nuca afeitada como la de un chico. ¡Qué cosa tan horrible! Me pregunté el porqué. ¿Le habían pegado chicle en el pelo? ¿Lo había vendido? ¿Se habían puesto de acuerdo todas las personas con las que ella se había portado mal para atraparla en la parte de atrás del gimnasio y afeitarla? Decidí que no estaba bien juzgarla ahora, en base a mi opinión previa sobre ella. Por lo que a mí me constaba, podía haberse convertido en una persona estupenda.
—Ben ha pillado una gripe estomacal —contestó Angela, con su voz tranquila, calma—. Con suerte, se le pasará en cosa de veinticuatro horas. Anoche estaba realmente enfermo.
Angela también se había cambiado el peinado, porque las capas le habían crecido.
—¿Qué hicisteis vosotras este fin de semana? —preguntó Jessica, sin que por su tono de voz pareciera muy interesada en la respuesta. Hubiera apostado que no era más que un modo de abrir la conversación con el fin de que ella pudiera contar sus propias historias. Me pregunté si se atrevería a hablar de Port Angeles estando yo sentada a dos asientos de distancia. ¿Es que me había vuelto tan invisible que nadie se iba a sentir incómodo hablando de mí estando yo presente?
—Nosotros íbamos a ir de excursión el sábado, pero... cambiamos de idea —dijo Angela. Hubo un matiz peculiar en su voz que captó mi interés.
A Jess, no tanto.
—Pues qué pena —dijo, dispuesta a embarcarse en su propia historia. Pero yo no era la única que estaba prestando atención.
—¿Qué ocurrió? —preguntó Lauren con curiosidad.
—Bien —continuó Angela, que parecía dudar más de lo habitual, aunque ella solía ser reservada por lo general—. Condujimos en dirección norte, hacia las fuentes termales. Hay un sitio ideal justo a un kilómetro del comienzo del sendero, pero vimos algo cuando estábamos más o menos a mitad de camino.
—¿Que visteis algo? ¿El qué? —las pálidas cejas de Lauren se alzaron a la vez. Incluso Jess parecía estar escuchando ahora.
—No lo sé —repuso Angela—. Creímos que era un oso. Era negro, pero parecía demasiado... grande.
Lauren bufó.
—¡Oh no, tú también! —sus ojos se volvieron burlones y decidí que no había que concederle el beneficio de la duda. Obviamente, su personalidad no había cambiado tanto como su cabello—. Tyler intentó colarme esa historia la semana pasada.
—Es imposible ver a un oso tan cerca de un centro turístico —coincidió Jessica, alineándose con Lauren.
—Pero es que lo vimos de verdad —protestó Angela con la voz baja y la mirada fija en la mesa.
Lauren se rió de ella. Mike aún estaba hablando con Conner, sin prestar atención a las chicas.
—No, tiene razón —intervine impaciente—. Precisamente el sábado pasado apareció un mochilero que también había visto el oso, Angela. Aseguró que era enorme y de color negro, y que se lo encontró justo en las afueras de la ciudad, ¿a que sí, Mike?
Hubo un momento de silencio. Cada par de ojos de los presentes en la mesa se volvió a mirarme, impresionado. Kate, la chica nueva, Katie, se quedó boquiabierta, como si hubiese sido testigo de una explosión. Nadie se movió.
—¿Mike? —murmuré, mortificada—. ¿Te acuerdas del tipo aquel que contó la historia del oso?
—Se-seguro —titubeó Mike después de un segundo. No sé por qué me miraba tan extrañado. Yo hablaba con él en el trabajo, ¿no? ¿O no lo hacía? Yo creía que sí...
Mike se recobró.
—Eh, sí, vino un tío que dijo que había visto un gran oso negro justo al comienzo del sendero, más grande que un oso pardo —confirmó.
—Bah —Lauren se volvió a Jessica, con los hombros rígidos y, para cambiar el tema de la conversación, preguntó—: ¿Os han contestado de la USC ?
Todos menos Mike y Angela miraron para otro lado. Ella me sonrió para tantear el terreno y yo le devolví la sonrisa.
—Así que, ¿qué hiciste el fin de semana, Bella? —preguntó Mike, curioso, aunque extrañamente precavido.
Todo el mundo, salvo Lauren, miró hacia atrás, esperando mi respuesta.
—El viernes por la noche Jessica y yo fuimos al cine en Port Angeles, y después yo pasé la tarde del sábado y la mayoría del domingo allí abajo, en La Push.
Las miradas iban de Jessica a mí y de mí a Jessica. Jess parecía irritada. Me pregunté si es que no quería que supieran que había salido conmigo o si es que deseaba ser ella quien contara la historia.
—¿Qué película visteis? —preguntó Mike, comenzando a sonreír.
—Dead End, aquella de los zombis —sonreí para infundirle valor. Quizás todavía podía arreglarse algo del daño que había hecho en los últimos meses, cuando yo misma me había comportado como un zombi.
—He oído que da mucho miedo, ¿es así? —Mike parecía deseoso de continuar la conversación.
—Bella se asustó tanto que tuvo que salirse al final —intercaló Jessica con una sonrisa maliciosa.
Yo asentí, intentando parecer avergonzada.
—Es que daba miedo de verdad.
Mike no paró de hacerme preguntas hasta que se terminó el almuerzo. Poco a poco, los otros volvieron a continuar sus propias conversaciones, aunque todavía me miraban mucho. Angela pasó la mayor parte del rato hablando con Mike y conmigo y, cuando me levanté para tirar los restos de mi bandeja, ella se incorporó también y me siguió.
—Gracias —me dijo en voz baja cuando ya estábamos lejos de la mesa.
—¿Por qué?
—Por intervenir, por apoyarme.
—No hay de qué.
Ella me miró con interés, pero no de forma ofensiva, en plan «se le ha ido la olla».
—¿Estás bien?
Éste era el motivo por el que había escogido a Jessica en vez de a Angela para ir al cine, aunque esta última me gustaba más. Era demasiado perceptiva.
—No del todo —admití—, pero me encuentro un poco mejor.
—Me alegro —contestó ella—. Te echaba de menos.
Lauren y Jessica nos alcanzaron en ese momento y escuché a Lauren susurrar de forma audible:
—Ay, qué alegría. Bella ha vuelto.
Angela puso los ojos en blanco cuando pasaron y me sonrió para darme ánimos.
Suspiré. Era como si todo volviera a empezar de nuevo.
—¿Qué día es hoy? —pregunté súbitamente.
—Diecinueve de enero.
—Mmm.
—¿Qué pasa? —inquirió Angela.
—Ayer hizo un año de mi primer día aquí —musité.
—Nada ha cambiado demasiado —murmuró Angela, mirando en dirección a Lauren y Jessica.
—Ya lo sé —asentí—. Eso mismo estaba pensando.